Yo quiero cantarle al alma
de la llanura sureña,
cómo una tierna reseña
de un atardecer en calma.
Su honda frescura ensalma
los males del pensamiento,
refrescando el sentimiento
de un tiempo que ahora es un sueño:
cuando tenía por dueño
al puma, al hombre y al viento.
Nombro a su noche estrellada
ande hace rumbo el baqueano,
y a los caldenes pampeanos,
frontera de las boleadas.
A sus crujientes heladas,
al aire emplumando trinos,
sus arroyos critalinos,
el rumor de sus cañadas;
y a las salinas cercadas
por el valor Ranquelino.
Lo nombro al río Salado
muriendo entre cangrejales,
y a los verdes pajonales
de crestón empenachado.
A los ombúes clavados
en la paz de sus ocasos,
a los cimbrones del lazo,
al cielo enorme y abierto;
y al insondable desierto
erizado de lanzazos.
Por eso quiero cantarle
a la llanura sureña,
cómo una tierna reseña
de un atardecer en calma.
1 comentario:
Infaltable es mis días de pesca, "rumbeando" hacia el salado.
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