miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cantándole a la alpargata


La desprendida bombacha
sobre el empeine cayendo,
te acariciaba cubriendo
como una casta muchacha.
Al bigote de tu hilacha
lo vi en esquilas y trillas.
Por detrás de las gavillas
o salir de los maizales.
Y por sobre los papales
en los pies de las cuadrillas.

Te vi en los pies del bolsero,
sobre el burro o el tablón.
O abarrotando el galpón
en un pago chacarero.
También te llevó el resero
por esas güellas remotas.
Compañera en sus derrotas,
marchando en un día tibio,
supiste darle un alivio
cuando se sacó las botas.

Siempre suave y livianita,
pa' los cayos nunca estrecha.
Al terminar la cosecha
te vi en el pueblo nuevita.
El paisano de visita
te lucía sin desdenes.
Yo te vi sobre los trenes
o andar en la romería,
y ocupar la estantería
de los viejos almacenes.

Te he visto blanca en la cancha
de bochas y en los frontones,
y bordada y con cordones
deslizarte por la plancha.
Yo te he visto en la pata ancha
y pisar en las tabiadas.
Y en fieras atropelladas
defender al menos fuerte.
Y enfrentarte con la muerte
atajando puñaladas.

Desde al Ande al Litoral,
en este suelo bendito,
tal vez te deba un poquito
la grandeza nacional.
Sos un símbolo rural,
prenda cómoda y barata.
Y aunque me sobre la plata,
mi planta te ha de calzar,
cuando a gusto quiera andar
sobre la tierra: ¡alpargata!

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