martes, 12 de mayo de 2009

De las brasas a un costado.

(Pintura: Julián Althabe)
Lindo es después de un asao,
mientras corre el cimarrón;
tirarse sobre un jergón
a conversar del pasao.
Y de las brasa'a un costao
la pava medio tiznada,
con la tapita ladiada
pa que no largue el hervor,
un viejo bolaceador
y una guitarra templada.

Entre un:"¡sírvase, aparcero!"
y un: "invíteme un cigarro",
alguien prepara en un jarro
café al estilo campero.
Otros limpian con esmero
su cuchillo en la alpargata
que es una prenda barata
y a veces no hay más remedio
que hacerle un tajo en el medio
para que d'entre la pata.

Con el cielo oscurecido
y el viento que pasa aullando,
a poco ya están hablando
de historias de aparecidos.
El viejo por consabido
es el primero que muenta
y al tiempo que un caso cuenta
de hacerle fruncir el cuero,
se enrieda en unos aperos
y al suelo va al osamenta.

Ahí se armó un zafarrancho
de marca morrocotuda,
al diablo se fue la viuda
y las historias del chancho.
Las mujeres desde el rancho
preguntaban: "¿qué ha pasao?"
y salieron mesturaos
los que el golpe festejaban,
con los que se santiguaban
bichando pa' todos laos.

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