miércoles, 24 de agosto de 2016

Por ese robo



-¡A la aturdida le ha brotado un hijo!... 

-¿Lo habrá empollado a sol? 
-¡Mirá la zonza… le prendió el injerto! 
-¿Y el padre? 
-¡Qué sé yo!
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-Mi rubio, mi gurí, ¡todito mío!
Hijo.
Yo soy tu madre, y me parece un cuento
igual que vos de lindo.
¡Qué me importa la lengua ´e la peonada
ni que se áuguen de risa, cachorrito,
si la cunita que el patrón comprara
con un colchón nuevito,
si la almohada bien blanca y los adornos,
la ropita encintada y llena ´e brillos,
no tienen comparancia con las tablas
que yo corté pa´ fabricarte un nido;
con los cueros sobaos de las borregas
que son tu colchoncito,
con el retacerío ´e trapos viejos
que te sirven de almohada, rubiencito,
porque ellos esperaron y fue al ñudo,
porque creyeron que con ser tan ricos,
iba a llegar hasta esa jaula blanca
la tiernita ilusión del pichoncito…

Por eso ahora anda triste la patrona,
y llora si te ve, porque ve al hijo;
ayer nomás, cuando insultó en un: “¡Guacho!”,
se me escapó un “¡Machorra!” en un audillo…

Los ojos del patrón son tan azules
y me gustaron tanto, cachorrito,
que una vuelta, pa´ vos, sin darme cuenta,
los robé a la patrona sin permiso.

¡Por ese robo de la estancia me echan,
por ese robo, m´hijo!


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