viernes, 8 de abril de 2016

Pa'lo que guste mandar (Milonga)



De la academia del campo
fui sacando los sonidos
y aprendí de los silbidos
que en mi pentagrama estampo;
es una estancia que estampo
sin leguas, mi diapasón,
los trastes: el corazón,
la partitura: las aves
y aquí le paso la clave
por la que siento pasión.

Me dicen el orejero
y yo me dejo llamar...
si me quieren achicar
me le prendo al entrevero;
este terrón bien surero
se transmite en la heredad,
por eso mi copla da
sabor a la tierra amada,
es una gaucha estocada
y un grito de libertad.

Si me buscan las cosquillas,
se me aligeran las manos,
que lidiaron orejanos,
aceros, tierras, arcilla;
me he untao con la gramilla
pa'curarme las heridas
y tranquiando por la vida
medio solitario estoy
pero se bien dónde voy,
nunca le erro una partida.

Llevo un campo compañero
prendido en el diapasón,
dentro de mi corazón,
¡bien campero, bien surero!
Tranqueo solito, aparcero,
pues me pasó como a Fierro
y aunque suene algún cencerro
yo no soy de amadrinarme,
solito suelo rascarme
si es que algún camino l'erro.

Por eso sobran consejos
ni palabras de amistad,
al que vive en la orfandad
se guía por sus reflejos;
de los consejos del viejo
saqué tientos de tamaño,
si conocí el desengaño:
solito me he de lamer,
que suele el hombre aprender
con su historia y con sus años.

Y aquí corto mi verseada,
pues pa' eso soy prudente,
no preciso que la gente
me amague con retirada;
si pa'usted fue una estocada
lo que acaba de escuchar,
mi manera de versear
es campera solamente:
y aquí me tiene presente
pa'lo que guste mandar.


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