sábado, 21 de mayo de 2011

Mañanita sureña

(Foto: tomada de Flickr: "Nacho")
Risueña la madrugada
borrando estrellas venía.
Y se enderezaba el día
con su cabeza dorada,
entre sábanas de helada
de la cama del potrero...
Cuando todo el gallinero
se empezó a venir al suelo.
Y erizándosele el pelo
pegó un bufido el nochero.

Igual que cuando se entierra
la cuchilla de un arao,
y la mitá se ha quedao
brillando sobre la tierra,
el sol, por sobre la sierra,
mañeriando pa'salir,
la mitá empezó a lucir,
y, al dir calentando el llano,
la vidriera del pantano
se empezaba de redetir.

El arador ya salía
respirando cerrazón.
Y en la blanquiada extensión
el surco primero abría,
que a lo lejos parecía
un hilo negro en la harina,
un rayón de tinta china
sobre una página blanca.
Y la rosada barranca
un gran paredón en ruina.

Llorando estaba el alero,
cuando del rancho cerquita,
anunciando una visita,
pasó a los gritos un tero.
Un pión a su parejero
le emparejaba el testuz.
Se pasiaba un avestruz
con su tranco señorial,
y las gotas del cardal
tenían espinas de luz.

Orillando el alambrao
con aire de calavera,
derecho a la madriguera
un zorro pasó apurao.
El día lo había agarrao
y arriesgaba su salú.
Las nubes con lentitú
cruzaron por la mañana
como vellones de lana
de las esquilas del sú.

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