jueves, 14 de octubre de 2010

Por boliar

(Pintura: Carlos Montefusco)
Juan Gaucho en un colorao
y yo en un pingo picazo,
díbamos nomás al paso
divisando el descampao.
Los dos muchachos alocaos
y amantes a las correrías,
puesto que no había un día
en cuanto el tío faltaba;
no tiráramos la taba,
el lazo o las "tres marías".

Juan en su lengua paisana,
me hablaba y me cacareaba,
diciéndome que él boleaba
sin machucar la picana.
Que dependía de las ganas
y del hambre rumoroso;
cuando de pronto de un pozo
que alguna vez hizo un toro,
se levantó encima un moro
de pecho y lomo lustroso.

-"Ahi lo tenés al plumas moras!",
le dije a mi compañero,
mientras que debajo'el cuero
sacaba las boleadoras.
Limpio el campo como aurora,
rasca la alita y sampa
¡vieran del ñandú la estampa
levantando los alones!
como diciendo: ¡"Chambones,
pueden probarme en La Pampa!".

Yo medio me entusiasmé
porqué salió pa mi lado,
pa' colmo el del colorao
me gritó: -"¡No le aflojés!".
Y al punto que lo alcancé,
listas las avestruceras,
ví tremenda vizcachera
a dos metros del caballo,
después pensé que un gran rayo
me había parao la carrera.

Me parecía amarillento,
todito el cielo y el campo,
y al despertar como un lampo
entre soplitos de un viento;
lo vi a Juan en un momento
como un Dios de los arcanos.
Con el sombrero en la mano
y el pelo desparramao,
diciéndome arrodillao:
-"¿Cómo te sentís, hermano?"

-"De más bien y con salú",
del suelo le contesté;
y al punto le pregunté:
-"¿Qué pasó con el ñandú?",
me respondió como lu':
-"Se fue sanito el picudo"...
y entre dolores agudos,
monté a caballo y salimos;
y al tranco al río nos fuimos
que estaba turbio y morrudo.

Como era horrible el ardor
que en todo el lomo sentía,
me bañó con agua fría,
mi compañero y dotor.
y después con un señor
cuchillo de punta fina;
me sacó muchas espinas
diciéndome: -"¡Qué macana,
tenés una rascalana,
que en el cuerpo te camina!".

Y al verme más mejorao,
comentaba en su quehacer:
-"¿Y ahura?¿Quién te v'a creer
de que saliste parao?".
Y escarbando un rompe-arao,
transpirando me decía:
-"Con esto en dos o tres días,
que tomés y un poco'e sebo,
vas a quedar como nuevo
para cualquier correría".

¿Dónde andarás compañero,
que ñandú te habrá dejao,
qué pial te habrá doblegao
cómo si fuera un matrero?
Yo, cada vez que ligero,
he rodao sobre los llanos,
como un susurro lejano,
creo sentir por abrigo
las palabras de mi amigo:
"¿Cómo te sentís, hermano?".

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