Bajo el poncho de Dios Padre
y a su sombra vivirás,
si le decís con verdá:
"Vos sos mi fortín seguro
que me librás del apuro,
del malón y mortandá".
Como ñandú al charabón
te protege con sus alas,
no te asusta la luz mala
ni la flecha con veneno
ni la viruela sin freno
que a los ranchos se refala.
Aunque caigan a tu lado
una multitú tamaña
como en la zafra las cañas
bajo el golpe del machete,
a vos no te harán ni un siete:
¡que su lealtá te acompaña!
Como el carancho vigila
el degüello del ganado,
así mirarás confiado
la final de los impíos,
pues dijiste: "Señor mío",
y en Él sólo has esperado.
El viento de la desgracia
no volará tu tapera
pues su ángel es bandera
que te guía en tu camino,
y no dejará que el destino
te quiebre en las vizcacheras.
Pisarás la yarará,
el puma no te hará nada;
lo llevarás en la armada
como se lleva una oveja.
¡Que el Señor oye las quejas
y ampara al alma confiada!
"Me llamará y Yo lo oiré,
y en medio del entrevero
yo me le haré su aparecero
pa darle vida y coraje:
pa que quede ante el gauchaje
brillando como lucero".
Tomado de "Salmos criollos"
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