viernes, 15 de octubre de 2010

Al caballo criollo

(Foto: Eduardo Amorim)
En ésta milonga mía
le canto al pelaje criollo,
tirando con todo el rollo
y encontrando la poesía.
Y por gusto ¡quién diría!
que es una gran ocasión,
nombrando en esta ocasión
sencillito, no hay embrollo;
cantando al caballo criollo
me galopea el corazón.

De diferentes pelajes:
gateaos, bayos, lobunos,
esos sí son oportunos
tan buenos pa un largo viaje.
A la memoria les traje,
un zaino, un pampa, un bragao,
un alazán, un tostao
y en los caminos integro:
un picazo y un tordillo negro,
calzao de tres al candao.

Y por ganas de nombrar,
lindo pelo el pangaré,
igual aquél yaguané
que nunca voy a olvidar.
Una hazaña singular
que recorrió muchas canchas,
tranqueando las patrias anchas
tal vez con muy poco apoyo,
aplaudo al caballo criollo:
al querido "Gato y Mancha".

Por eso tiene valía
seguir nombrando los pelos,
overo negro, el cielo,
parece lo pintaría.
Doradillo, quién diría,
parejo pa galopear,
un blanco particular
en mi décima atesoro
y nunca me olvido el moro
que un premio pudo sacar.

Y también un lunarejo
junto a otro que es canario,
pa'l trabajo es necesario
un rosillo, un azulejo.
Un cebruno muy parejo,
cambié por un encerao,
un raya'e mula, un pintao,
y también con un barcino,
un rabicano genuino,
parejo con un manchao.

Con el ruano y el malacara,
también el zaino tostao,
y hasta el oscuro tapao
que pa correr lo repara.
Nervioso como una vara
cuando sale a galopear,
muchas leguas puede andar,
no se queda sin aliento
y ligero como el viento
nadie le puede ganar.

Pingo bueno, aquél sabino
con el overo rosao,
igual al moro bragao
pa recorrer mil caminos.
Y en esta milonga opino
sin buscar ningún escollo,
en la guitarra me apoyo
en mi canto represento:
y espero que un monumento
le den al caballo criollo.



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