jueves, 13 de mayo de 2010

Gente de áura


Que naides golpee las manos
gritando el ¡Ave María!
con que antes se conseguía
un amigo como hermano.
Aquél sentimiento humano
es un asunto olvidado.
El que anda necesitao
y a pedir algo se allega,
naides dejuro le entrega
el reparo codiciao.

Antes, cuando uno llegaba
con el caballo cansao
le daban otro prestao,
mientras el suyo dejaba.
Así el viaje no contaba
y seguía pa destino;
áura le ha errao el camino
quien dentra a pedir ayuda
y le han de decir, sin duda,
que pretende un desatino.

Si los recibe el patrón
lo va enredando a preguntas,
que las hace casi juntas
en cada averiguación.
Quiere saber la razón
porque uno anda mal pisao;
quién hasta allí lo ha mandao
y si tiene documentos,
desconfiando por los cuentos
con que alguno lo ha engañao.

No tiene nada de sobra
pa llevar en la maleta;
si le da carne o galleta
de seguro se la cobra.
La caridad ya no es obra
que pueda afirmar su orguyo.
El cáido es mismo que el yuyo,
que anque quiera se combate,
y si quiere tomar mate
ha de hacerlo con lo suyo.

La vieja hospitalidad
que jué siempre ponderada,
tiene áura que ser pagada;
aunque dura, es la verdad.
Se ha terminao la bondad
pal que anda necesitao,
tal vez quede sosegao
si se arregla como pueda
siempre que algo no suceda
ajuera del alambrao.

Es el progreso que avanza
y que las cosas cambea,
haciendo que el hombre sea
pialao por la desconfianza.
Que naides tenga confianza
sinó en lo que pueda hacer
y tendrá que comprender,
quien por los campos camina,
que ya la estancia argentina
no es áura como fue ayer.

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