lunes, 3 de mayo de 2010

De la escuela antigua

Ya que me pedís consejo
te dejaré complacido,
aunque con este pedido
me estés tratando de viejo.
Al que ha nacido cangrejo
el tembladeral le agrada.
No tengo cencia sobrada
ni de sabio me las doy;
pero has de saber que soy
lechuza muy cascoteada.

Si una vívora encontrás
es mejor que la dejés,
que por muchas que matés
con todas no acabarás.
Seguí de largo nomás,
no le hagas nada, ¿pa qué?...
por más rabia que te de...
contentate y aguantala...
y no la mates... dejala
que siga arrastrándose.

Si alguno te dio una mano
nunca lo echés al olvido.
No seas desagradecido
si te sacan del pantano.
Pero en mi verso paisano
también te quiero aclarar
que el hombre que ha de gozar
de libertad infinita
es el que no necesita
vejigas para nadar.

Ciego y mudo, a mi entender,
bien pueden andar los dos,
aunque uno no tenga voz
y el otro no pueda ver.
Si los puede socorrer
un sordo, aunque no oiga nada;
en la vida la aliviada
'ta en la güena vecindá.
No aguarda la tempestá
la hacienda desparramada.

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