martes, 11 de mayo de 2010

El cencerro



Yo llevo el canto surero
como bandera sonora
que me endulza en cada aurora
el despertar de mi sueño.
Un canto libre, sin dueño,
entre la pampa y el cielo;
como un ave que en su vuelo
eterniza la distancia,
como un sol cuya fragancia
nace y vive en este suelo.

Cencerro, viejo aparcero,
de los campos argentino;
pájaro sembrando trinos
con voz de bronce y acero.
Peón sin sueldo, tropillero,
obediente a tu llamada
se junta la caballada
que tras la yegua madrina,
enfila con disciplina
siguiendo tu clarinada.

Antaño de mañanita
cuando los potros pastaban,
y los gauchos escuchaban
el son de tu musiquita.
Nacía la vidalita
para volar en un silbido;
todo el sur ha recorrido
tu voz criolla y cristalina,
voz de la pampa argentina,
voz del recuerdo querido.

Cencerro clarín sureño,
viejo poeta de bronce,
hablame de aquél entonces
en que era niño mi sueño.
Y cantando con empeño
prendido de la madrina,
traeme en tu voz que afina
mensajes de tradición,
con gusto a pasto y fogón
de una milonga Argentina.

Hoy que ocupás jubilao
en mi rancho un rinconcito
de vez en cuando algún grito
se te oye si te han tocao.
Alerta el viejo soldao
vuelve a su pampa el lenguaje
por eso es que nadie ataje
su sonora voz de fierro
y que ande vive un cencerro
esté vibrando el gauchaje.

1 comentario:

Hernán dijo...

Un prócer cantando un himno.