sábado, 27 de febrero de 2010

El poderoso


Ando un tanto mal dormido
pues anduve de jarana,
ayer fue el santo de Juana
y estuvo muy divertido.
Yo por gastarme en cumplidos
les llevé unas chucherías,
un collar de pedrerías,
una sortija de plata,
y hasta unos aros de plata
que gané en las romerías.

Baqueano pa los convites
y más habiendo mujeres,
compré en la esquina'e los Perez
un paquetón de confites.
Dentraron a hacerse quites
y rairse la paisanada,
pues en más de una verseada
que traiba la golosina,
a cada una de las chinas
le caiba como pintada.

Yo como siempre prudente
gané pa'l lao del alero,
le pegué un chirlo al sombrero
pa bajarle el ala al frente.
Cuando por ay de un repente
alguien pronunció mi nombre,
y que ninguno se asombre
pues la cosa no es mentira:
¿Saben quién era? La Elvira,
la que lo nombraba a este hombre.

Y ya que dentré en confianza
les via a contar una cosa,
por este varón, la Rosa
se peleó con la Esperanza.
La muchacha 'el vasco Gaiza,
aquella de trenzas ralas,
la que anduvo con Juan Salas,
¿la recuerdan o no la ubican?
la hermana de Ludovica
que también me arrastró el ala.

Pero entre todas hay una
que no me está dao nombrarla
pa que yo pueda mirarla,
Dios le dio al cielo la luna;
agua mansa de laguna,
donde se baña el lucero;
armonías de un jilguero
emborrachado de luz:
le juro por esta cruz
por ella me juego entero.

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