domingo, 2 de octubre de 2011

Viejo chapiao

(Foto: Eduardo Amorim)

Siempre anduve bien montao
tapando al flete con priendas,
no tengo estancia ni haciendas
pero vivo preocupao
en agrandar el chapiao
que no es soncera, apareceros,
no será el de los primeros
como el de un hombre con plata,
sin embargo no es de lata
ni es de soga esa, ladero.

Puntea la cabezada,
la rastra, facón, espuela,
freno, copas, pontezuela,
"las marías" retobadas.
Riendas de plata sellada
pa lucir algún domingo,
cuando lo adorno a mi pingo,
un flor de picazo overo,
refucila tanto el cuero
que hasta suspiran los gringos.

Mi nombre en el pretal,
en los bastos cabecera
y en la estrella'e la frentera
un lujo cada inicial.
Con el brillo del metal
he encandilao muchos ojos
pero que mueran de antojos
no cambio el chapiao por nada,
y si copan la parada
mi poncho no junta abrojo.

Por ser taura y jugador
una vuelta eché mi resto,
paré con el sobrepuesto
los estribos y el fiador,
con cañutos de mi flor
riendas, chifle y el yesquero;
pero el cinto era culero
tiró el hombre, salió taba,
vuelta y media ¡ché clavada!
y perdí hasta el parejero.

Ahura lo ensillo a ocasiones
pa' un domingo en especial,
pa una fiesta nacional
ande siempre los mirones,
codicean los patacones,
bombas, virolas, estrellas;
creyendo que nuestras huellas
se han borrao o se deshacen,
ande hay yeguas potros nacen
y ande hay gordos hay de pellas.

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