miércoles, 26 de octubre de 2011

Mi alazán

(Foto: Eduardo Amorim)
Yo tuve un alazán,
media res del lao'del lazo,
tranqueaba de sobrepaso
y le gustaba escarcear;
en él me solía arrimar
hasta el boliche'e los gringos,
donde se hablaba de pingos,
guitarreadas y cuadreras,
porque se hacían carreras
casi todos los domingos.

Muchas carreras corrí
con mi caballo alazán,
unas me tocó ganar
y algunas también perdí;
mansito, andaba el gurí,
en él traiba las lecheras,
de arriba abría la tranquera,
practicaba la maroma,
... pensar que ahora anda en las domas,
ya no anda más en cuadreras.

Resulta que lo presté
a un paisano conocido,
pues su flete lo había ido
y él se había quedao'de a pie;
le dije: échelo, es de usted
y largueló en el potrero,
le puso el freno, y un cuero
sobre el lomo le tiró,
y ni bien se le sentó
entró a corcovear mañero.

El hombre, como pegao'
los primeros arrastrones,
se sentaba de garrones
el pingo desesperao';
quizás se le haya asustao',
tal vez lo desconoció
y -pobre hombre-, lo bajó
mi caballito alazán
y ahora no lo puede andar
ni el gurisito ni yo.

Le dije: -Largueló, amigo,
mañana vamos a ver,
y aunque no lo quieran creer
también corcoveó conmigo,
me cuesta creerlo, mi amigo,
que se me haya puesto malo,
tuve ganas de engancharlo
y luego me arrepentí,
porque me dijo el gurí:
- No, viejo, ahura dejalo.

Luego cayó un comprador
que andaba en busca de fletes,
llevaba unos seis o siete
en la caja de un camión;
le pregunté en la ocasión
si eran fletes pa'matar,
me dijo: -No, pa'montar,
pa'armar una caballada,
le di la última mirada
y al camión lo hice marchar.

Triste el gurí se quedó
al verlo al flete marchar
y se descolgó a llorar
pero luego reaccionó;
me dijo: -Viejo, si yo
fuera grande me hubiese gustao'
chantarle el cuero doblao',
jinetearlo con afán
a tu caballo alazán
que ahora ya es reservao'.

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