jueves, 15 de abril de 2010

¡Que a ella la perdone Dios!


-"Hijo te he de contestar
la pregunta que me has hecho
y te aseguro del pecho
un dolor me he de quitar.
Dices que al ir a estudiar
a la escuela por la tarde,
allí una lengua cobarde
de guachito te ha tratado
y al instante te ha gritado
de que no somos tus padres".

"Yo no se cómo empezar,
daño no quiero hacerte,
triste no quiero verte
tampoco oírte llorar;
pero debes aguantar
porque es triste la verdad:
Sí, yo no soy tu papá
pero te amo como padre
y esa que tienes por madre,
esa tampoco es tu mamá".

"Ya trece años han pasado,
solo contabas tres días,
desde entonces la alegría
en nuestro hogar ha reinado,
pero ahora que has logrado
esa verdad descubrir,
sólo te quiero pedir
que aguantes como varón
y poné mucha atención
porque mucho has de sufrir".

"La mujer que te echó al mundo
tal vez para evitar la ofensa
o del pueblo la vergüenza
te tiró a un pozo profundo.
Fue un accionar iracundo,
cuando recuerdo me espanto
y pienso, vertiendo el llanto;
ella que al mundo te echó
nada de valor te dió
y para mí vales tanto".

"Pero por suerte la vió,
ocultándose un vecino,
que hasta mi casa se vino
y el caso me relató.
Enseguida corrí yo
cerca un alambre agarré,
con el que un gancho formé,
y al verte con la linterna
enganchándote una pierna
muy tembloroso te alcé".

"Tu madre te abandonó
al tener el alma impía,
(la que te crió fue tu tía
que de niño te mimó;
de "tía" la tratás vos
a tu madre verdadera);
que siendo una gran ramera
como hijo te negó,
pero tu tía te crió
como madre y compañera".

Hijo, m'hijo esa es la verdad
que debés reflexionar...
si la podés perdonar
a la que es tu mamá.
Y dijo el hijo al papá,
y una lágrima rodó:
-"Papá ...la vida me salvaste vos
y eso me negó mi madre,
sólo ustedes son mis padres;
que a ella... ¡que a ella la perdone Dios!".

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