martes, 6 de abril de 2010

Jinete




Chaqueta y bombacha blanca,
bota'e potro bien calzada;
una manttita tersiada
y sombrero con retranca.
Medio chuecón cuando arranca
es su paso al caminar,
y dentrando a conversar
su palabra es sentenciosa:
pero sus ojos retozan
si se habla de jinetear.

Conoce a la perfección
los potros que él ha montao,
y no hay nombre "reservao"
que no esté en su colección.
Habla con admiración
de aquél que lo pudo andar,
y recordando el lugar
donde le tocó caer:
dice que quiere volver
si se lo vuelven a dar.

Con el cuero o encimera
no le teme a ningún chuzo;
si el sorteo lo dispuso
su turno nomás espera.
Se enhorqueta de primera
y sin hacerse esperar
ya comienza a revolear
pero si el flete es atroz,
él prefiere hechar el dos
antes que entrar a charquear.

Siempre será orgullo de él,
ir pegao como un abrojo;
rayar hasta cerca 'el ojo
y menear lonja sin yel.
No pedir ni dar cuartel
al bagual más soberano,
después como buen paisano
juntar aplauso y bocina,
en ancas del que apadrina
con el sombrero en la mano.

Así es nomás el jinete,
un lujo pa esta nación;
honra de la tradición
sobre el lomo de los fletes.
El que a los potros somete
en el lance más violento,
él que va adornando el viento
con lonja y habilidad:
y al que la argentinidad
ya le debe un monumento.

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