lunes, 19 de abril de 2010

Al montador estropeao

(Foto: Eduardo Amorim)
No olvidaré la voleada
del reservao aquél día,
cuando la gente decía:
"¡Ojalá que no sea nada!"
Tenía una pierna quebrada
pero me pude parar,
el saber que voy a sanar
no logra que me consuele,
porque lo que más me duele
es que no puedo montar.

En Las Chilcas soy puestero,
menos mal que está mi hermano,
que vino a darme una mano
mientras yo me recupero.
¿Qué sabe el que es estanciero
lo que es montar por pasión?
Por esa misma razón,
antes de que suelde el hueso,
tuve que sacarme el yeso
porque venía el patrón.

El error fue el engancharlo,
porque cuando se las puse,
se las bajé desde el tuse
como para degollarlo;
al sentarse sobre el marlo
cuando uno se las arrima,
capaz que no se lastima
si cae pegao al mañero;
pero yo caí primero
y el pingo me cayó encima.

¡Claro que el golpe es distinto
cuando se cae separao!,
porque hay que caer pegao
como moneda en el cinto.
Este yeso ya es el quinto
con algún clavo también,
van diez días y recién
seis que aguanto y no me muevo,
pa cuando muente de nuevo
¡ahí si, me via sentir bien!

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