viernes, 30 de abril de 2010

El truco y la vida


Bien he podido alvertir
en los años que machuco,
que para ganar al truco
es necesario mentir.
Hay que tratar de impedir
que a uno le hagan la primera;
que si no de otra manera
y sin hacer mucho teatro,
al fin hasta con un cuatro
nos puede ganar cualquiera.

Se oye decir por ahí:
"los de ajuera son de palo";
y está bien, pero lo malo
es que no siempre es así.
No se debe dar changüí
ni yendo muy adelante...
tenga cuidao el que cante...
fíjese bien lo que dice;
y el que reniega y maldice
favorece al contrincante.

El que ve señas de ciego
que abra el ojo por si acaso,
y evite de dar un paso
que el descubra su juego.
Muestre valor y sosiego
por más temblando que esté...
y nunca pierda la fe,
que ligar no es estar lleno
y un cuatro puede ser bueno
según el juego se dé.

Se pueden tener quebrantos
andando entre gente guapa,
si una palabra se escapa
le pueden cobrar los tantos.
Y aunque hay en la flor encantos
y nos da fácil provecho,
quien la canta satisfecho
y con el alma contenta
a veces no tiene en cuenta
que está la contra en acecho.

Se debe de desconfiar
del que liga demasiao.
Hay que ser disimulao
y hay que saber semblantear.
No dejarse impresionar
si el contrario grita fuerte.
Aguantar la mala suerte
sin estropear el partido;
pero viéndose perdido
jugarse entero y a muerte.

El truco fue aprendizaje
pa echar la falta sin nada,
o enfrentarse el as de espada
sin más armas que el coraje.
En él aprendió el gauchaje
a jugarse en la partida...
a retrucar enseguida
o a ser prudente un segundo.
No hay otro juego en el mundo
más parecido a la vida.

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