viernes, 30 de abril de 2010

Nido

(Foto: Eduardo Amorim)
Tal vez porque en él nací
en el recuerdo lo adoro,
cuando canto o cuando lloro
está palpitando en mí.
Vale más que un Potosí
en mi pobreza campera
y anque ya no es ni tapera
de despeinao y deshecho;
le queda el cielo por techo
como un poncho en la cumbrera.

La luz mala que encendía
en alguna noche mala
su desvelo sobre el tala
que la resguarda entuavía;
se apagó en la lejanía
de un viejo cuento olvidao
pero brillando ha quedao
en el recuerdo encendida
como un candil que a mi vida
le va alumbrando el pasao.

Allí ensillé el redomón
desvirador de senderos
y juimos dos compañeros
a camino y corazón.
Ayí volví cansadón
de buscar pago mejor,
suerte más güena y amor
pero al fin me he convencido
que la tibieza del nido
es el calor más calor.

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