lunes, 22 de noviembre de 2010

Amanecer


Rompe la aurora en jirones
el cielo, que antes dormía,
y la primera luz del día
peina los sauces llorones;
cruzan los patos silbones
que anuncian ya la postura,
mientras puebla la llanura
algún Caráu con su grito,
que al oído llega enterito
y entra al alma con tristura.

La lejana serranía
se comienza a divisar,
y el sol que quiere asomar
tomará el mando del día;
pasa un chimango de espía
en vuelo como de trazos,
y allá entre el junco a retazos
brilla hermosa la laguna,
¡como si anoche la luna
se hubiera roto a pedazos!

La cuchilla contorneada
de macachines en flor,
muestra ese lazo de amor
que le ató la madrugada;
una nube festoneada
queda con tintes de grana,
que vaporosa y liviana
se va perdiendo en el cielo,
como si fuera un pañuelo
que ha olvidado la mañana.

Continúa seductora
silbando la martineta,
que allá entre el esparto inquieta
se despertó con la aurora;
el sol sube sin demora
todos los campos bañando,
y mientras se va evaporando
de los pastos el rocío,
yo tiro un recuerdo mío
para que siga rodando.




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