jueves, 25 de junio de 2009

Mi gaucha




Tengo una gaucha ¡gran siete!
dulce como remolacha,
y aunque no es una muchacha
levanta como el copete,
a veces se empolva al cuete,
y de la pintura abusa,
y moños y cintas usa
en la ropa y la cabeza,
ella se cree una belleza
y es fea como lechuza.

Chillona es como chicharra,
porque es demasiado sorda
y es más bien flaca que gorda
y parece un bicho 'e parra,
a veces se despatarra
haciéndose la mimosa,
y como gata rabiosa
encoge el lomo y lomea
y toda se babosea
como ternera viciosa.

¡Ahijuna!, vieja emperrada,
está en que yo la mantenga
y se hace la chancha renga
si la echo por dejada.
Canta con voz destemplada
y suelta al aire su crin,
sin imaginar el fin
que tendrá su zafarrancho;
no sabe que a cada chancho
le llega su San Martín.

La otra tarde la dejé
sola por ver lo que hacía.
Y a la guasa gaucha mía
muy borracha la encontré,
entonces le pregunté
al verla que estaba muda,
si quería un té de ruda
para limpiar su intestino,
y me dijo: "Dame vino
porque a curarme me ayuda".

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