lunes, 1 de junio de 2009

El ciego



Hase ya unos días, dispués de la siesta,
con un tío viejo, que hase muncho es siego,
a la sombra 'el rancho tábamos matiando,
cuando, pa'l camino, ladró juert'el perro.

Paramos la oreja. En la calma 'el campo
redobló un galope.
Jué viniendo ansina, cada ves más serca,
el mesmo redoble.

Largué juerte al aire el laso di un grito
que pialó a mi perro.
Y un amigo mío, qu'era el que venía,
boliando la pata se dió contra el suelo.

Abrasos, saludos, y güelt'a sentarse;
comensamos tuitos a elogiar el pingo:
-Dios se lo conserve!- ¡Si es una pintura!
¡Qué cabayo lindo!

Dispasio alsó el siego su cabesa vieja,
y dijo: ¡Qué lindo! ¡Qué lindo y qué gordo!
Y un silencio estraño nos serró la boca,
como presintiendo de algo triste y hondo.

Uno 'e mis gurises le pregunta: - Tío,
si usté a sus dos ojos los perdió hase años,
y hase tanto es siego, ¿cómo sab'entonses
que a más de ser lindo es gordo el cabayo?

Sonriyós'el viejo de un modo tan triste
que hasta paresía que aqueyo era un yanto;
alsó más al sielo sus ojos vasidos,
y hablando dispasio, le dijo al muchacho:

¿Quién es que te ha dicho que yo juera siego?
Yo veo más lindo que ustedes, muchacho.
Los ojos del cuerpo, pa mí, no se han muerto;
se han serrao, tan sólo, hase munchos años.

Pero en cambio, tengo los ojos del alma,
y de la esperensia, abiertos en l'hondo.
Aura, en este caso, vieron qu'el cabayo
pa ser lindo, ¡lindo! tenía qu'estar gordo!

¡Si muy bien yo veo!... cuando estos dos ojos,
al venir la noche trancaron sus puertas,
guardaron adentro las vistas del día;
¡di un día yenito de glorias inmensas!...

¡Nada veo fiero! Mi rancho,nuevito,
como aquel entonses, ansina lo veo.
Mi china, lo mesmo; jovensita y linda
yo dejé de verla al quedarme siego...

¡La tropiya di años que ha pasao d'entonses!...
Pero siempre ansina la veo, ¡lo mesmo!
Pa mí, siempr'es joven! Pa mí, siempr'es linda!
¡Pué que sea por eso que ansina la quiero!

¡Mis hijos!... cuando eran muy chicos,
gurises, mimosos, ¡yo dejé de verlos!
Y ansina los miran los ojos del alma
que tengo ay'adentro, grandotes di abiertos!...

Eyos, aura mosos, munchas veses dicen:
¡Pobresito tata! ¡Qué hombre tan güeno!
Nos quiere y nos mima como cuando chicos;
¡lástima 'e ser siego!...

A veses mi china me dise:
Y es ansina mesmo!... P'al que tiene ojos,
tuito s'envejese!, tuito se cambea!...
Pa mí, como el día que dejé de verlo,
tuito está lo mesmo, sea lo que sea...

Sosegáte, viejo; ya se nos ju'el tiempo!...
¡Entonces... ¡Dejuro!... Pero, bah... ¡no es nada!
Mejor que me caye, ¡ya va largo esto!...

Se arrugó su cara como pa sonreirse;
sus ojos, abiertos, s'enyenaron di agua,
que bajó, corriendo, por aquellas arrugas
de risa o de yanto, muriendo en su barba.

Ya naides miraba al cabayo lindo...
Como dijo el siego: ¡Tan lindo y tan gordo!
Un pesao silencio cayó sobre tuitos,
com'un poncho 'e plomo!


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