lunes, 29 de junio de 2009

Chumbeos


Para los que despotrican,
sin razones valederas,
de las costumbres camperas
y de quienes las practican;
para aquellos que predican
tamañas temeridades
sin otras finalidades
que aminorar al nativo,
estas décimas escribo
y en ellas... cuatro verdades.

Verdades que, como un reto,
han de estar a flor de labios
para castigar agravios
a quien nos falte el respeto.
Y si a redentor me meto
será porque me imagino
poder seguir mi camino
de nuestro inicial glorioso,
porque me siento orgulloso
de haber nacido argentino.

Y pampa...porque en mis venas
corre sangre de aborigen;
de aquellos que no transigen
ni los engrillan cadenas.
De aquellos que en las arenas
de nuestros patrios senderos
fueron dejando regueros
de sangre emancipadora;
sangre criolla, vencedora
en más de cien entreveros.

De aquellos que no quisieron
nada en concepto de guerra:
ni aún el palmo de tierra
del lugar donde nacieron.
De aquellos que no tuvieron
más ley que su autoridad,
que es suprema voluntad
de nuestra soberanía;
despreciar la tiranía
es amar la libertad.

De los que luego plantaron
el primer poste esquinero;
los que de un nido de hornero
su patio rancho imitaron.
Los que más tarde regaron
con el sudor de su frente
el noble surco... imponente
tajo de fecundidad.
Quien va a la posteridad
no resbala en la pendiente.

De aquellos que resereando,
curtidos de soledad,
ganaron la inmensidad
tranqueando, siempre tranqueando.
De los que fueron paseando
sobre la vasta llanura
su romántica figura
cara al sol... siempre de frente,
como el más fiel exponente
de nuestra raza futura.

De esa extirpe de varones
con que nos legó el destino,
de ésos soy yo... Argentino,
pampa sin claudicaciones.
Si en algunas ocasiones
es áspero mi lenguaje,
es reacción contra el ultraje
que se pretende inferir
al tratar de confundir
criollismo con compadraje.

Argentino por derecho,
por ley y por tradición;
íntima satisfacción
que me está golpeando el pecho.
Argentino por derecho,
por ley, por razón de herencia;
argentino por decencia,
que es patrimonio del hombre,
y lo juro por mi nombre:
¡Argentino por conciencia!

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