No pregunten de ande soy,
vengo del tiempo aparcero,
y ni los mismos senderos
Comprenden pa’ donde voy;
voy tiempo arriba y estoy
resignado a mi destino,
de andar siempre peregrino,
durmiendo sobre mis garras,
y despertando guitarras
a la orilla del camino.
Sin fajón en la carona
ni lazo atado a los tientos,
traigo un temblor que los vientos
dejaron en mis bordonas,
y una pena en las lloronas
que no quieren alzar vuelo,
porque el rigor del pihuelo
la lleva atada a mi huella,
pa' que no se hagan estrellas
alumbrando desde el cielo.
Ni me espera una querencia
ni los caminos me espantan
porque no hay pa’ los que cantan
más pago que el de la ausencia;
nada me ata a la existencia,
voy muriendo al tranco lerdo
cada atardecer me pierdo
tras los horizontes rojos,
con un niebla en los ojos
y acosa’o por los recuerdos.
Me han echa’o en el fogón
ramitas de mataojo,
espinas en el rastrojo,
un dolor en el corazón;
y voy con esta canción
en los labios de una herida,
pa’ que al final de mi vida
quede mi canto despierto,
pues todo cocuyo muerto
deja una luz encendida.
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