domingo, 11 de marzo de 2012

Mi china

(Pintura: Molina Campos)

Pa donde quiera que vaya
ha de hallar quien la pondere,
porque mi china, no quiere,
nada que la haga enredar;
ella piensa que cada uno,
hace lo que le conviene,
y si le va mal, no tiene,
candidato a quien culpar.

El hombre que se enamore,
pa hablar no busque ladero,
ahí no sirve el personero
y sobra la cortedad;
hable a la moza de frente,
tal como le gusta a ella,
y entonces, puesto en la huella
no hable más que la verdad.

No ande ponderando lujos,
que en realidad no los tiene,
pues mentir, no le conviene,
porque lo han de descubrir;
eso aconseja mi china,
como si juera una vieja,
cuando algún sonso se queja
que ha comenzao a sufrir.

Las veces que yo le miento,
la miro casi temblando
porque me va destapando
tan sólo con su mirar;
el secreto que a mi juicio
lo llevo tan escondido
y soy un pájaro herido
que ya no puede volar.

Cuando el destino la puso,
por un capricho, en mi huella,
la que hizo el gasto, fue ella,
en una declaración;
me prendí con una polka
y al apretar su blandura,
se metió con su ternura
de un salto en mi corazón.

Me preguntó si no andaba
con ganas de ser marido,
que si no había conseguido,
todavía una ilusión;
y dentrando a lo más serio,
con ganitas de apurarme,
si no pensaba en casarme
cuadrándome la ocasión.

Y así, siguiendo la charla,
me dijo que era estanciera
que el hombre que la quisiera,
sería feliz a su lao;
ya que había plata de sobra,
que con ella viajaría
y que de noche y de día
sería por ella mimao.

Tenía una estancia en Dolores,
un tambo en Olavarría,
seis fábricas en Bahía,
la laguna en Chascomús,
en Tandil tenía canteras,
grandes quintas en Neuquén
y que tenía también
minas de oro en Santa Cruz.

Tenía obrajes en el Chaco,
y una fábrica de aviones,
también tenía plantaciones,
de cañas, de Tucumán;
en Catamarca, viñedos,
olivares en La Rioja
y las bodegas más flojas,
en Mendoza y en San Juan.

Dijo que tenía el capricho
de planchar la cordillera,
pa que así más fácil juera,
bandearse pal otro lao;
yo, pensando en tal derroche,
dije pa mi: no la pierdo,
y por no pasar por lerdo
me demostré enamorao.

Y... la verdad jué tan fiera,
que es mejor que no la diga...
Lo cierto es que Dios castiga
y no hay como gambetear;
aura metido en el baile,
digo pa aliviar mi pena,
que mi china es la más buena
que Dios ha podido crear.

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