miércoles, 21 de marzo de 2012

En el puesto de "Las Tunas"

(Pintura: Gustavo Solari)

Una tarde de tabeada
el hombre se disgració
y como pudo juyó
por entre la paisanada.
A poco andar de pasada
hasta un puesto fue a llegar,
y después de saludar
a un atento paisanito
le dijo: -"Busco mocito
al encargado pa'hablar".

Mientras que un cusco ladraba
y un "juera"... al perro gritó,
el muchacho contestó
de que su padre no estaba.
Y que su familia andaba
por el pago desde ayer,
si algo tiene usted que hacer
o por alto tiene prisa
diga nomás qué precisa
que lo voy a complacer.

-"Vea mi amigo y es lo cierto,
tuve una brava de a pié,
con el hombre que pelié
dispués lo dieron por muerto.
Debo ganar el desierto
lo necesito ganar,
pero debo descansar
hasta la noche cerrada,
por si alguna milicada
quiere salirme a campear".

Era el hijo del puestero
de quince años nomás,
muy responsable y capaz
de jugarse todo entero.
Al montao y al carguero
los escondió en el galpón
y después con atención
le dio el catre de un hermano
en donde durmió el paisano
hasta más de la oración.

Cuando el hombre despertaba
con un bello atardecer,
le dio el muchacho a entender
que todo tranquilo estaba.
Mientras un mate le daba
también le alcanzó un porrón
y tenía en el fogón
a fuego lento, en la orilla
bien dorado a la parrilla
un pedazo de capón.

Después que cenó el paisano
bien decidido movió
y en el galpón ensilló
un oscuro rabicano.
El otro oscuro una mano
medio quería aflojar.
-"Despacio tendré que andar
haciendo en horas derroche,
- dijo- tranqueando de noche
me les puedo disparar".
....................................

A lo criollo decidido
cuando al padre vio llegar,
le empezó el chico a contar
lo que había sucedido.
Como si hubiera cumplido
con una deuda, le habló
y el paisano que entendió
lo que su hijo había hecho
le dijo muy satisfecho:
"lo mismo hubiera hecho yo".

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