lunes, 14 de noviembre de 2011

Tu vuelta

Desde su pago lejano
le llegó a la pulpería,
esa carta de María
que está temblando en su mano...
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Tu güelta sigo esperando
y a pesar de tu tardanza,
acaricio la esperanza
de que me sigas amando.
De noche aliveo mi cruz
cuando un galopar escucho,
y se me hace que es tu pucho
cualquier bichito ‘e luz...

A veces he visto a mama
cómo sus lágrimas seca,
porque ando medio culeca
y toso mucho en la cama.
De zonza agarré un resfriado
en la última pamperada,
¡por salir desabrigada
creyendo que habías chiflao!

Mi trenza negra: esa mata
que jué nidal de tus besos,
hilvana en tu ausencia d’esos
mal llamaos hilos de plata.
Flecos del poncho plateao
de la luna, mi aparcera,
que alguna noche de espera
me los habrá osequiao...

A veces se me figura
un mostrador la tranquera,
ande emborracho mi espera
entre vasos de amargura...
No quería incomodarte,
pero hoy me animé a escrebirte,
porque tengo que decirte
¡que semos dos a esperarte!.


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