(Foto: Eduardo Amorim)
Frente a la azul maravilla
de un campero amanecer
siento el alma florecer
al contemplar mi tropilla;
cuando mosquea la rosilla
y suelta “el ciervo” un reflejo
se me hace al verlos de lejos
sobre el canto de una loma,
que es otro sol que se asoma
entre los ocho azulejos.
Con ellos tengo a destajo
arreo a los cuatro viento
ya que son un documento
pa’garrar cualquier trabajo,
a cual más manso de abajo
y aunque recién enfrenao,
si hay que mudar apurao
bajo una tormenta fiera
son de manotear cualquiera
a lo oscuro y emponchao.
Pa’ lucir en el recao
tengo unas pilchas de plata
que fueron del finao Tata
y son mi mayor legao;
un tirador escamao
en monedas nacionales
con la flor de los cardales
en la rastra que atesoro
y un facón que tiene en oro
grabadas mis iniciales.
Debajo de un sauce criollo
florecido de jilgueros
tiende mi rancho un alero
dando espaldas al arroyo,
me lo ha bordao a pimpollos
por fuera cada malvón
y adentro en algún tizón
suelo hallar compuestos largos
mientras me endulza el amargo
las horas junto al fogón.
Por si fuera poca cosa
lo que la vida me ha dao
tengo al mío acollarao
el corazón de una moza,
ella cuida primorosa
mi tiempo de verseador
y hasta me siento cantor
cuando le observo aunque a gatas,
como le abulta la bata
el fruto de nuestro amor...
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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