domingo, 3 de noviembre de 2013

Panaderito criollo (Valseao)




Floreo:
Si lo de la Biblia es cierto

y resucita Gabino,
verán de que sus caminos
de bardos están cubiertos.
Y sabrá entonces que no ha muerto
la habilidad ni el talento
y por más que sople el viento, 
no se apagan los fulgores,
mientras haya payadores
como éste: que aquí presento.
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Un vientito sureño el día refrescaba,
hasta el patio de casa trajo un plumón de cardo
que casi parecía una arañita blanca,
que de un hilo invisible al suelo iba bajando.

Al verlo mi memoria me montó a la infancia,
y recordé las horas vividas en el campo
cuando con otros chicos, como era la costumbre,
a los panaderitos hacíamos encargos.

Entre el pulgar y el índice de la mano derecha
como si fuera un niño lo puse con cuidado,
y olvidando las canas que mis sienes blanquean,
le hablé con la inocencia de mis primeros años.

Le saqué la semilla que por lo pequeñita,
costaba percibirla con la vista y el tacto,
y la llevé a la boca y el paladar con ella
sintió las sensaciones de un saborsito raro.

Lo puse ante mis ojos y me quedé pensando,
en esos cirujitas que ambulan por mi barrio,
juntando cosas viejas para ganarse un peso
le entré a pedir tortitas, bizcochos y pan blando.

Le dije despacito: "panaderito criollo" 
volá hasta la cocina de los más pobres ranchos,
y en las bolsas paneras que vacías se encuentren,
depositá el pedido que humildemente te hago.

LLegá sin perder tiempo hasta esas criaturas,
que de hambre lloriquean por no tener amparo,
llevando el regalito de alguna facturita
o al precio su alimento de un pancito dorado.

Después con un suspiro lo eché otra vez al aire,
y mientras se alejaba, yo me quedé pensando
que mi propia miseria menos triste sería
si ese panaderito cumpliera con mi encargo.




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