sábado, 2 de noviembre de 2013

El overo de Aguilar



Si habrá volteao domadores,
el overo de Aguilar,
¡Qué animal pa'corcovear,
Ja, una máquina señores!
Y pa'hacer las cosas peores
sin sujetarse un instante,
se voleaba por delante
dentre las mesmas costillas,
así partió'a las islillas
al correntino Escalante.

Y a cuántos más no estropeó
diganló los Alderetes,
dos hermanos muy jinetes
que eran del "Rincón de Ajó".
A uno cuasi lo mató
largándolo como globo,
y si no es el peón de Cobos
que salvo la vida a gatas,
pues lo abarajó en las patas
y al largarlo en un corcovo.

Corcoveando por derecho
y gritando a lo lechón,
cada brinco es un cimbrón
de esos que dejan deshechos.
Se volcaba al poco trecho
y la crin toda revuelta,
la cabeza floja y suelta
lo mismo que un remolino,
se apretaba aquél indigno
para corcoviar a vueltas.

Lo conocí al reservao
en "El Tala"'e los Ocampos
como a diez leguas de campo
de las costas del "Pescao"
Ahí funcionaba el Juzgao,
había posta y pulpería;
dos veces al mes solía
pasar yo con la galera,
cuando estaba en la carrera
de Juarez a Lobería.

Y allí lo dejó Aguilar,
al pasar con un arreo,
que llevaba según creo
pa'las costas de la mar,
y no lo volvió a buscar
el pobre ánima bendita,
porque a causa de una cita
un tal Liborio Collazo,
lo mató de un trabucazo
allá por la Mar Chiquita.

Y cuadró que en esa ocasión
que al pasar yo por "El Tala"
viene, pues, y me regala
ese caballo el patrón.
Nunca suebra un mancarrón
a un mayoral de galera,
pues sea ese como quiera
igual le saca provecho,
con la lanza atao al pecho
o en una cuarta cualquiera.

Y allí me lo até también
sin que me diera trabajo,
pues era de manso de abajo
y cabresteaba muy bien.
Cuando arrancamos recién
macaqueó un poco el overo,
pero como iba'e ladero
en una cuarta de atrás,
tuvo que seguir nomás
mansito como un cordero.

Que con buenos postillones
y en un camino apropiao,
al sotreta más porfiao
se lo hace entrar en razones.
Cuestión de algunos tirones
en el momento preciso,
pa evitar un estropicio:
¡guasca nomás andequiera!,
eso lo sabe cualquiera
que haiga sido del oficio.

Con el overo enterito
llegamos a la otra posta,
que estaba junto a la costa
'e la laguna "El Chorlito".
En la esquina'e Gorosito,
seguía como si tal,
y al mudarlo en "San Pascual",
estancia del vasco Esquerro,
amagó a cociar un perro,
que lo torió en el corral.

Resultó guapo endeveras,
cansarse ese pingo ¿cuándo?
si se hizo como jugando
doce leguas bien enteras.
Y eso entre cuestas tan fieras
como por allí se ve,
por el camino va bien
entre la sierra'e "La Tinta",
y se estira como cinta
por las lomas del Quequén.

2 comentarios:

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

Rincón gaucho
Justo P. Sáenz en la literatura gauchesca
Se reeditó el libro Equitación gaucha, obra de 1942
Por Horacio Ortíz | Para LA NACION

http://www.lanacion.com.ar/1455145-justo-p-saenz-en-la-literatura-gauchesca
Justo P. Sáenz es uno de esos nombres referenciales de la literatura tradicional argentina. Un personaje que al estilo de otros escritores como Benito Lynch o Ricardo Güiraldes describieron usos y costumbres rurales desde la curiosidad de hombres ilustrados y quizá, por esa misma razón, inquietos y andariegos.

Nació en Buenos Aires en 1892 y falleció en 1970. Escribió algunos libros que hoy son casi inhallables, como Pasto Puna y Baguales. Equitación gaucha, en cambio, ha sido reeditado por Letemendia y está nuevamente al alcance de los lectores como en 1942 cuando hizo su aparición. "Se constituyó en un clásico de la investigación sobre el peculiar arte ecuestre de la región y consagró a su autor como el mejor experto en la materia", escribe en el prólogo la historiadora María Sáenz Quesada, sobrina del autor.

Justo P Sáenz pasó su vida entre la ciudad de Buenos Aires y los campos de amigos en Villa Dolores (Córdoba), Yeruá (Entre Ríos), Mercedes (Corrientes) y en Buenos Aires, en Puán y en General Guido, donde pasó gran parte de sus últimos años y donde una calle lleva su nombre. Allí se lo recuerda como un vecino célebre y destacado que en sus últimos año acostumbraba a visitar las bibliotecas de las escuelas en busca de la historia de la región.

El autor fue, a su vez, un gran lector y esa afición le valió la posibilidad de conocer a fondo los usos y costumbres de la equitación gaucha a través de los testimonios de viajeros como Richard Seymour, Willian McCann, Roberto Cunninghame Graham; de historiadores como Raúl Molina, y de anónimos personajes que se cruzó en sus innumerables recorridos por la regiones que describe en la obra.

En los capítulos la "Equitación pampeana, arreos y accesorios, equitación mesopotámica y orígenes de la equitación argentina", Sáenz describe las formas de cabalgar por regiones, las características de los aperos y las prácticas de los gauchos sobre los caballos a través una serie de citas de fuentes de incuestionable veracidad, entre tantos detalles reveladores. El mérito de esta obra está dado, no solo en el contenido y en la información que reúne, sino también en que hasta ese momento no se había revelado con tanta profundidad usos y costumbres de la idiosincrasia gaucha.

Fernando Romero Carranza, especialista en temas relacionados al gaucho y al caballo que ha aportado sus obras en forma reciente, se suma a la reedición de Equitación gaucha con una serie de ilustraciones que aportan referencias gráficas a las claras descripciones de Sáenz..

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

Busqué los datos de Justo P. Sáenz y los agregué en el comentario. Creo que pueden ser de interés para los lectores.

Saludos.