jueves, 31 de mayo de 2018

Templando alto


¡Ah, mi amigo! Si señor
¿cómo no le viá contar?
¡si cuando empiezo a cantar
me tiemplo como el mejor!
Verdá qu’he sido andador
y que andador sigo siendo,
soy de los que aprienden viendo
y oservando los detayes
que’n cayejón, güeya o cayes
la esistencia jué’scribiendo.

Me ha dao el andar la vida
alegría, sinsabores,
desdichas, también honores,
algo grato, alguna herida;
en esa esperencia anida
el saber que me apuntala;
ave que’stiende sus alas
remonta el güelo sin prisa
y cada crioyo priecisa
curtirse, pa’mostrar galas.

Siempre me gustó ensiyar
en cuestiones de paseo
un pingo que’n su escarceo
se supiera soliviar;
en cambio pa’ trabajar
busqué’l de aspeto dormido
pero que se hace estampido
cuando en la rienda se siente.
(Ese sosiego prudente
le deja un resto escondido).

En el cayar con prudencia
no se’sconde cobardía,
es cobarde’l que a porfía
se vuelca pa’ la osecuencia;
el que atúa con decencia
y habla sin gritar, con tino,
defendiendo lo genuino
con firme convencimiento,
¡ese es valiente sin cuento
y en ese rumbo me inclino!

Ser valiente es proceder
dispuesto pa’l tranco atrás
si se dijo algo de más
o se’quivocó al hacer;
agayas hay que tener
si hay que defender a fondo
la cuestión que cala hondo
y enráiza en el sentimiento,
a esas cosas las enfrento:
si hay que responder, ¡respondo!

Ya ve: templando me animo
a cantar con fundamento.
(No siempre’l canto del viento
es el mejor ni el que’stimo);
al fogón a que me arrimo
vuelco mi gaucha esperencia,
y unque humilde de presencia
del diablo, el refrán le dejo:
de que sabe más por viejo
que toda su mala cencia.

Y aura me yama el cencerro
que hace sonar la madrina
de las costumbres genuinas
por un rumbo que no erro;
es que a la güeya me aferro
que trazaron mis mayores
con sus saberes mejores
por los que hoy canto y opino,
con este acento argentino
que tiene patrios colores.


 (17/11/2000)

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