Jugueteando en la memoria,
memorias de historias viejas,
campos abiertos del Pampa
con manadas que atropeyan
y galopes de Gauderios
de la España somnolienta.
Que reclama sus poderes
en las llanuras de América.
Vientos de la Patagonia,
nieves de la cordillera.
Las zainas aguas del río
de la plata que se encrespa,
le dan al caballo criollo
al que linduras le restan
para el andar y el andar
la gateada resistencia.
Así llega hasta el recado
la argolla de la asidera
donde se prende la historia,
manos baquianas enseñan
el pértigo del camino
en un rumbo de pecheras.
El puerto de Buenos Aires
fue de carros y carretas
por antiguas rastrilladas
la historia se hizo leyenda,
los vagones y las chatas
son los padres de la huella.
El primer camino tuvo
una alegría y una pena,
la milonga del carrero
y el adiós de la querencia.
De la cincha, pasa al pecho
como cumpliendo su gesta,
laboriosa, tranco y tiro
por las llanuras de América.
¿Por las llanuras? ¡Qué digo!
Por las barrancas y cuestas,
por los duros pedregales
los caminos de la sierra
por los montes de espinillos,
por las bardas solariegas.
Fue así creciendo la patria
pecho a pecho por la huella,
también en tu lomo humilde
el saqueo se perpetra.
Llevan la plata y el oro
que el Alto Perú le entrega.
Mas que "entrega" que le sacan
sobre la sangre pareja
de los hijos de Atahualpa
que tienen la muerte muerta.
Ahí también pusiste el pecho
sin preguntar si era esa
la causa de la justicia
o la injusticia tremenda
de despojar de sus bienes
a los hijos de esta tierra.
La guitarra en los fogones
pone la copla en las ruedas
y las primeras milongas
nacen junto a la carreta.
El viejo yugo del buey
toma vida y se aligera
tranco lerdo se hace trote
y las huellitas son senda,
entre medallas de sangre
que le dejan las pecheras.
Los chuzos criollos sorprenden,
se despiden de la lenta
carreta de la colonia
y nace la patria nueva.
Con crespones y alaridos
de los gauchos que celebran
un mayo que canta nuestros
cielitos de independencia.
Fuiste el mismo que llevaste
los cañones a la guerra
y en ancas de la esperanza
nuestros hijos a la escuela.
Como muchos de nosotros
de la vieja Europa herencia
acriollada como nunca
nace mestiza en América.
Pingo de pecho al pescante
no cualquiera se le trepa,
se ve distinto el camino
se ve el largor de las leguas,
hasta el corazón lo siente
el que maneja las riendas
que distancia y horizonte
con humildad nos conversan.
Pingo de pecho, tenemos
de admiración una deuda.
Lo callado de tu esfuerzo,
lo noble de tu tarea
en una chacra tordilla
donde familias enteras
trabajaron palo y palo
en la lucha de la siembra
sin estar en los papeles
del reparto de la tierra.
Pueblos, fortines y postas
al trote unió la galera,
el mayoral se jugaba
hasta el pellejo en las riendas.
Carne, pan, verdura y leche
llevaron las jardineras
en un sulky cuantos niños
viajaron hasta las letras;
al pescante el horizonte
hablaba...como de cerca.
Colonia del Salado, 2003.
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