Taloneando mi alazán
bajo la luz de la luna
que va buscando su cuna
sobre una estrella lejana,
el sentimiento me gana
en esta noche serena,
dejando escapar la pena
que ha soltado el corazón,
arrastrando la emoción
que me corre por las venas.
No soy de las que reculan
en cuestiones de tristeza
y no escondo la cabeza
como hacen los avestruces,
aunque tiemblen caracúces
y se aflojen los garrones.
El hombre tiene pasiones
por más que quiera ocultar,
siempre la habrá de mamar
mientras vean ocasiones.
Voy masticando silencio
por estos campos fueguinos,
sin más voces que los trinos
de pájaros solitarios;
que son como campanarios
galopando tus sentidos;
ponen música al oído
mientras mis décimas tejo,
en el camino que dejo
pa'que se lleve el olvido.
Cómo no he de recitarles
si se me escapa de adentro,
si viene del mismo centro;
me nace como plegaria.
Soy cual ave solitaria
que la décima consuela;
en cada rima que vuela
de mi pecho emocionado,
va el sentir como puñado
en cuerdas de la vihuela.
Tengo llanto en la garganta
pero es sólo un trago amargo,
será que el camino es largo
y una se hace la croqueta,
tendré que hacer morisqueta.
No me entrego fácilmente,
cosas que tiene la mente
no me han de hacer aflojar,
yo soy paisana de andar
con la sangre bien caliente.
Tranquila como agua'e tanque
busco mi propio horizonte
entre las sombras del monte
y el arrullo de las ramas,
allí donde el pasto es cama
y te cubren las estrellas,
donde la luna es tan bella
como hembra enamorada.
Si es como puñalada
que va dejando su huella.
Yo le recito al paisano
que en el campo se desvela,
y, dibujando una estela
en mi guitarra dormida,
dejo una copla encendida
para calmar soledades.
El tiempo no tiene edades
parece que no pasara,
y es como si te dejara
sin escuchar tus verdades.
Metiendo pata y talón
acariciando la cincha,
el colorado relincha
sudao hasta las paletas,
y mis patas como horquetas
de madrugar en el lomo;
al trotecito me asomo
divisando a la distancia,
un viejo casco de estancia
donde verán quiénes somos.
El sonido de un chorrillo,
la silbatina del viento,
juegan con mi pensamiento
acunando mansamente,
el verso que de repente
enmudeció mi garganta.
Soy golondrina que canta
tan llena de libertad,
desatando la humildad
que en mi sangre se levanta.
Serena como la noche
imaginando un destino,
trovadora del camino
que galopa una esperanza.
Mientras el verso me alcanza
su armoniosa melodía,
yo le entrego esta poesía,
va el alma del payador
que lleva dentro un cantor
arriandomé el alma mía.
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