martes, 28 de noviembre de 2017

Caín y Abel


(Pintura: Armando Repetto)


Expulsao del paraíso
salió Adán con su mujer;
no pudieron retener
el bien que habían perdido:
siempre el pecao ruempe el nido
de aquello que va a nacer.

Y aunque el castigo era grande
era más grande el amor
que les tenía el Señor;
y al verlo en tanta ruina
en su clemencia divina
les prometió un Salvador.

Dos hijos llegaron pronto
y empezó a poblarse el mundo;
jué un alegrón projundo
en aquél vivir severo;
Caín se llamó el primero,
y Abel el que jué segundo.

Crecieron los dos muchachos
sin dar motivo de queja;
formaban una pareja
ande el hermano mayor
risultó un agricultor
y el menor pastor de ovejas.

"Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera",
pero si dentra cualquiera
a quererlos separar,
se viene abajo el hogar
como una vieja tapera.

Y en Caín dentró la envidia
culebriando al corazón;
y por una distinción
del Tata Dios para Abel,
se levantó contra él
y lo achuró en un rincón.

Qué pena me da, amigazo,
ver al hombre que entuvía
lleva en el alma la cría
de aquella mesma culebra
que a la unión en dos la quiebra
y acaba con la armonía.

Y con sangre de su hermano
el agricultor Caín
regó la tierra el muy ruín,
cosechando de esta suerte
el llanto, dolor y muerte
que hasta hoy no tiene fin.



(Escultura de Ghiberti en Florencia, Italia)



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