lunes, 10 de mayo de 2010

El mate

Es el mate el compañero
Que nos presta gran servicio,
aunque diga que es un vicio
más de un dotor extranjero.
Si lo prueba es el primero,
que ha de quedarse prendao
y cuando se ha acostumbrao
por las bondades que encierra,
queda el gringo en nuestra tierra
para siempre aquerenciao.

La novia, la gaucha linda
que en un beso dio un "te quiero"
y al gaucho dijo "Te espero"
sonriendo su boca 'e guinda.
Hizo que el hombre se rinda
por su belleza admirao,
después que ella le ha brindao
una promesa de amor
encerrada en el primor
de un cimarrón bien cebao.

El gringo que a trabajar
llega de tierra extranjera
y se acomoda ande quiera
pa' levantar un hogar,
y que sabe respetar
la patria ande hace su nido,
se hizo gaucho cuando vido
el mate tan delicioso,
y de avariento y goloso
inventó el mate cocido.

No le bastó el cimarrón
pa' poderlo saborear,
lo hizo caldo, pa' tomar
el mate con cucharón,
y pa' quedar barrigón
bien satisfecho y pesao,
con sopas de pan cortao
se alimentó en las mañanas.
¡Pa' mí que quedó con ganas
de echarle queso rayao!

Al cortar la trilladora
el rum-rum de la polea
y suspender su tarea
la gente trabajadora
pa' descansar, porque es hora
de darle al cuerpo frescor,
pa' aliviarlo del rigor
con que el trabajo lo abate,
el hombre encuentra en el mate
su compañero mejor.

Y cuando de madrugada
el sol da su luz al cielo
y muestra el verde del suelo
como una alfombra estirada,
y colora la enramada
el resplandor del fogón,
el criollo, guapo varón
que pocos han de igualar,
halla su mejor manjar
en el rico cimarrón.

Lo mismo que en el ranchito,
en la mansión del magnate,
es rey y señor el mate,
nuestro brebaje exquisito.
Decir más no necesito
en esta ponderación,
pues quien le tiene afición
comprende que yo no miento,
pues hasta el abatimiento
quita nuestro cimarrón.


viernes, 7 de mayo de 2010

Los tesoros del indio

Hoy ando sufriendo de una pena enorme
y quisiera juirme, no se ni pa'dónde...

Es que mi huahuita se ha venío de golpe
preguntando: - "¿Tata, porqué somos pobres?"

Yo quise contarle cualquerita cosa,
pero como nunca me'i cayao la boca,

Mi he quedao mirando su vestido viejo,
su boquita juerte, huayco de mis besos.

Mi he quedao mirando su carita'i bronce,
sus ojos de koya, mitracita'i noche...

He mirao mi poncho, mis pobres ushutas,
y estas manos mías: curtidas y oscuras.

Y he sentío e golpe ganas de gritarle,
¡Huahuita! ¡si somos más ricos que naides!

Tenimos los cerros, los valles inmensos,
¡tenimos todito: la tierra y el cielo!

Y aquí están los ríos, rosadas las albas,
las tardes de oro, las noches de plata,

El sol que nos mira todas las mañanas.
El tiempo del Inca fue Dios de la raza.

El indio y el cóndor, sabelo mi guagua,
son dueños del mundo cuando abren las alas...

¡Duérmase guagüita, duérmase tranquilo,
que seremos ricos todita la vida!

Al fin y al cabo (foto: Eduardo Amorim)


Traigo en mis manos el frío
de un sin fin de madrugadas
talvez por eso mis manos
son torpes pa la guitarra.

En mis brazos traigo el duro
luchar con la hacienda brava,
talvez por eso mis brazos
no aquerencian las muchachas.

Y, en mis ojos, pobres ojos,
resplandores de pasadas
miserias con gusto a pena
y arisco rigor de estancia.

Dejé mi pago pensando
que lejos talvez hallara
lo que no pude hallar cerca;
error que a tantos engaña.

Cambiar de pago es tan solo
probar suerte en otra cancha;
sin pensar, que pal que és pobre
la tierra está emparejada.

Va a encontrar el que camina
aujeros pa mil rodadas:
tucu-tucos, hormigueros
y cavernas de vizcachas.

Mas, las rodadas se hicieron
pal hombre que piensa y anda,
el que nació pa estar quieto
no apeligra en las rodadas.

No me pesa haber salido
a pesar de no hallar nada
canto cuando ando en la güena,
aguanto si ando en la mala.

Me gusta el árbol pa verlo
aquerenciar las bandadas
a mí me gusta ser pájaro;
el pájaro vuela y canta.

Total, si nací pa pobre
me sirven todas las canchas.
Cuando es limpia la pobreza
es una cosa sagrada.

Mi pucho


Cuando me enguelve en su manto
una cerrazón de penas
barajo malas con güenas
enciendo un puchito y canto.
Me hago el retovao y aguanto
pitando en una carpeta
pito o canto si me embreta
alguna pasada brava;
si se me vuelca una taba
y he copao de pura jeta.

Por chico que sea el pucho,
o feo que el verso sea
me agranda sólo la idea
de creerlos que valen mucho
y si tiemblo con el chucho
que da el frío o el temor
enriedo un verso de amor
en el humo de mi chala;
tiene muncho de luz mala
mi pucho trasnochador.

Un pucho es vicio gastao
que a ningún gaucho envilece
anima como ennoblece
un vicio tan empliao;
con mis versadas mezclao
mi pucho es estimulante
y no se estrañen que cante
aunque caiga derrotao;
me siento mas alentao
llevando el pucho adelante.

Fogón amigo


¡Qué cosa linda un fogón
en cualisquier circunstancia
en un monte, una estancia,
cocina, patio o galpón.
Mojao por un chaparrón
en él se seca un paisano
y en invierno o en verano
y medio de retirao
mientras se dora el asao
calienta el mate la mano.

Y junto a él, cuando el dolor
nos clava las nazarenas
vamos trenzando con penas
las hebritas del dolor
nos entibia el sinsabor
y hallamos mirando el suelo
pa nuestro dolor, consuelo
y calor pa nuestra fe.
Junto a un fogón, yo soñé
lo que tengo y lo que anhelo.

Junto a él, en las madrugadas
de los inviernos amargos
alivié mis viajes largos
e insufribles trasnochadas.
Y es él, que en las enramadas
cuajadas de luna llena
bajo la noche serena
convida a desensillar
y nos invita a soñar
desvelando el alma en pena.

jueves, 6 de mayo de 2010

Así es la libertad (foto: Eduardo Amorim)



Con mi razón o sin ella,
apartando al que se oponga,
he de seguir meta y ponga
sin ladearme de la huella.
Porque no me hace ni mella
perderme en la soledad,
hundirme en la inmensidad
a paso lerdo y tranquilo,
porque aun no se ha hecho el filo
que corte mi libertad.

Cabalmente pienso y hago
sin darle cuenta a ninguno,
mi libertad no es vacuno
que se vende a mejor pago,
ofrezcan que no es amago
y tomenlon como quieran,
mi libertad no es tanquera
abierta al primer mandón,
pa' un libre no hay más patrón
que la amada y la bandera.

Pa mi no existe caudillo
que doblegue mi conciencia,
y como señal de obediencia
sólo ante Dios me arrodillo.
Hombre que saca el cuchillo
y ante el peligro lo arrolla,
y a la libertad la apoya
con su fe y en su derecho,
es que ha mamao en un pecho
de mujer sangre criolla.

Sangre que unos cuafarones
son medallas conquistadas,
y en mil gloriosas patriadas
y en muchas revoluciones.
No se arrean a empujones
mi ideal, mi sentimiento,
sobra la hilacha de un tiento
pa un desmadrao, para un guacho;
aprende a ser libre un macho
oyendo rugir al viento.


La libertad hay que llevarla
con honor, con honradez
es decir, con la altivez
que uno supo conquistarla.
Al que no sepa cuidarla
se la quitarán mañana;
la libertad es soberana
cuando un varón es de ley,
la libertad no es un buey
que responde a una picana.

Ni es tampoco rebencazo
asestao a las costillas,
ni bisagra en las rodillas
ni dobleguez de espinazo.
La libertad es trompetazo
de victoria en la pelea,
es banderín que flamea
al tope de una tacuara,
es un potro que dispara
o un águila que aletea.

Es también fecundo tajo
en las criollas sementeras,
gorro frigio en las manceras
simbolizando al trabajo.
Es el puño de un badajo
cacheteando a una campana
que va pregonando ufana
que en esta tierra Argetina:
la libertad no es propina,
sólo peleando se gana.

Es así la libertad,
que es pregón de nuestro himno,
escudo, estandarte, signo
de nuestra Argentinidad.
Santa palabra, verdad
por los libres venerada,
fogón cuya llamarada,
ningún déspota apagó,
herencia que nos legó
nuestro Santo de la espada.

Cantando a lo mío


Le canto a los domadores,
al potro y al reservao,
pingos, espuelas, recao
y a los hombres pialadores.
A los asados mejores,
al hueso de caracú,
al tala, al cardo, al ombú,
a la siesta, a las auroras
y a las gauchas boleadoras
que hacen rodar al ñandú.

Le pido un trino al zorzal,
porque en un trino emprestao:
le canto al lazo trenzao
de tan campero historial.
Y canto en forma especial
en tanto a la rima acedio:
a las curas, al remedio
que el paisano suele hacer
y a la cancha de correr
con su andarivel al medio.

Yo le canto a la cocina
con su fogón en el suelo,
y al bordado de un pañuelo
que es obra de arte en la china.
A la calandria que trina,
al tordo y al tero rial,
a la marca, a la señal,
al encanto de un relincho,
a la nutria y al carpincho
que habitan en el pajonal.

También aquí en mis canciones,
como pidiendo un barato,
le canto al juego'e pato
que es deporte de varones.
y entre otras mil diversiones
de las fiestas domingueras,
por ser gaucha y campera
como la yerba y la pava,
le canto al juego de taba
y a las carreras cuadreras.

Canto al arau de mancera,
al corral de palo a pique,
y sin que nada me achique
también le canto al linyera.
Canto al tuse, a la tijera,
a la chaira, al asador,
a la guitarra, al cantor
que entre milongas y estilos,
van entretejiendo hilos
de un pasao que fue mejor.

El pasao

Señores, tengo vigencia,
aunque algunos me creen muerto,
galopiando en campo abierto
haré notar mi presencia,
soy grito de independencia,
proclama de libertá,
soy el momento que ayá
Belgrano creó la bandera
y flameó por vez primera
a oriyas del Paraná.

Soy el toque de clarín
qu'en la inmensidá s'espande,
y soy cruce de los Andes
del general San Martín,
soy primitivo fortín
por una zanja rodeao,
mangruyo ayí levantao
y soy soldado fortinero
cayendo en el entrevero
por lanzas indias chuziao.

Soy ranchito de totora
cobijao bajo un ombú,
y soy gambeta'e ñandú
cuerpiando las boleadoras,
soy la galera que otrora
de posta en posta corría,
candil de güampa que ardía
con su amariyenta luz,
y soy Martín Fierro y Cruz
yegando a las tolderías.

Yo soy la bota sacada
del garrón del yeguarizo,
y el poncho pampa que se hizo
en los toldos de la indiada,
soy la guitarra templada
con clavijas de madera,
la pulpería de frontera
con mostrador enrejao,
y soy el pial de volcao
en un bagual puerta ajuera.

Soy patrio oreja cortada
qu'era señal del estao,
y soy sable de soldao
con la hoja curva y meyada,
soy toque de retirada
en medio de un entrevero,
soy el facón caronero
defendiendo a quien lo empuña,
y soy sonar de pezuñas
que va'purando el resero.

Soy quejumbrosa carreta
abriendo güeya en la pampa,
y soy el chifle de güampa
porrón de barro y limeta,
el viejo mate gayeta
en la rueda del fogón,
soy el tropel del malón
que retumba en el desierto,
y soy lazo en campo abierto
que se le cierra'un mamón.

Soy el talero forrao
con la cola del vacuno,
y soy taba que a más de uno
l'hizo perder el montao;
soy calzonciyo cribao
y chiripá de merino,
rastra y tirador muy fino
en soga bien trabajao,
y soy chata que'acampao
a la oriya del camino.

Yo soy tropilla entablada
que va siguiendo el cencerro,
y soy espuela de fierro
achando'asta en la quijada,
soy el jagüel con bajada
calmando la sé al ganao,
soy tierra sin alambrao
yegando'asta el infinito,
y soy gringo al trotesito
tras la mansera 'el arao.

Soy salto de la maroma
sobre'l lomo de un bagüal,
palo a pique en un corral
y vizcachera en la loma,
soy la pata que se asoma
pa'entre los dedo'estribar,
chasque que supo yegar
aunque herido a su destino,
soy el pasao argentino
¡no me vayan a olvidar!

lunes, 3 de mayo de 2010

De la escuela antigua

Ya que me pedís consejo
te dejaré complacido,
aunque con este pedido
me estés tratando de viejo.
Al que ha nacido cangrejo
el tembladeral le agrada.
No tengo cencia sobrada
ni de sabio me las doy;
pero has de saber que soy
lechuza muy cascoteada.

Si una vívora encontrás
es mejor que la dejés,
que por muchas que matés
con todas no acabarás.
Seguí de largo nomás,
no le hagas nada, ¿pa qué?...
por más rabia que te de...
contentate y aguantala...
y no la mates... dejala
que siga arrastrándose.

Si alguno te dio una mano
nunca lo echés al olvido.
No seas desagradecido
si te sacan del pantano.
Pero en mi verso paisano
también te quiero aclarar
que el hombre que ha de gozar
de libertad infinita
es el que no necesita
vejigas para nadar.

Ciego y mudo, a mi entender,
bien pueden andar los dos,
aunque uno no tenga voz
y el otro no pueda ver.
Si los puede socorrer
un sordo, aunque no oiga nada;
en la vida la aliviada
'ta en la güena vecindá.
No aguarda la tempestá
la hacienda desparramada.

Pa cuando ensille el oscuro

(Foto: Eduardo Amorim)
No quisiera que mi muerte
le quite al cielo una flor,
por más que sientan dolor,
no dejen un tallo inherte.
Ni tampoco recen fuerte
al pie de mi sepultura,
ni miren pa las alturas
si vi'á quedar en la greda
y un poeta como pueda
me despida junto a un cura.

No se pongan a llorar
cuando se apague mi llama,
si un cantor con su proclama
quiera mi muerte anunciar.
No lo vayan a acallar,
dejen que su voz surera,
abrazao a su madera
me nombre por lo que he sido:
verseador empedernido
de las costumbre camperas.

No quisiera que mis huesos
descansen en un panteón,
prefiero la quemasón;
no me dejen muerto y preso.
Ni pongan santos de yeso,
cruces de caro metal;
no quiero más pedestal
que en un tala o coronillo:
quede grabado a cuchillo
por el canto nacional.

No dejen que algún caudillo
de visagra en las rodillas,
me arree pa su tropilla
con la marca'e los yugiyos.
Porque no me gusta el brillo
del cencerro manoseao,
y menos si le han maneao
a su badajo campero;
si he gritao como los teros
pa defender mi bañao.

Si por ahi los adulones
buscan sacar su tajada,
mezclándome en sus majadas;
sáquenmén de los tirones.
No dejen que sus bellones
con las cascarreas me enrieden,
recuérdenmen si prefieren
aguantando el cimbronazo,
hasta que se corte el lazo
y en la gramilla me quede.

Y cuando ensille el oscuro
sólo entrará en la maleta
mis utopías de poeta,
¡paisanos les aseguro!
Y al tranquito sin apuro,
sin dejar mayor herencia
empotrao con la conciencia
y la honradez por delante:
marcharé lo más campante
al potrero de la ausencia.