domingo, 29 de septiembre de 2019

Un domingo



Limpio el sol aparecía
en la estancia “La Torcaza”
que antes era “La Picaza”
cuando otro dueño tenía,
que conserva todavía
aquel nombre, en la tranquera,
bien grabao en la madera
tal vez por el carpintero
o con un fierro, el herrero
para que no se perdiera.

Don Ramón, el peón de mano,
lleva leche a la cocina
que recibe la Malvina
levantada de temprano;
relincha el petizo ruano
que está encerrao, impaciente,
porque ha visto de repente
que el boyero, con morral,
se va acercando al corral
pa’ que le de gusto al diente.

Domingo. Llega el patrón
con su grupo familiar
y lo espera un costillar,
chorizo’ y medio capón,
custodiao por Don Zenón
y ayudao por  el boyero
que ponía mucho esmero
en los consejos del viejo,
que pa’ él era un espejo
en los trabajos camperos.

Después de haber almorzao
con pasteles y empanadas,
apareció la encordada
en manos de un invitao,
mozo que no era rogao
pa’ pulsar el instrumento
con décimas al momento,
o triunfos, estilos, huellas...
¡Si parecía una estrella
que bajó del firmamento!

El cielo que se ha nublao
anuncia la Santa Rosa
y ya el patrón con su esposa
se han ido para el poblao.
La lluvia se ha desatao,
dan anca los animales,
debajo de los sauzales
se amontona la majada
y olor a tierra mojada
brota entre los pastizales.

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