Dame indio el “pangaré”
que tan fiero me robaste
y que al robarlo dejaste
toda mi vida de a pie,
dámeló; yo te daré
lo que tu ambición me pida,
la prenda más preferida,
mi apero, todo el chapeao,
y si es poco lo ofertao
también te doy mi querida.
Ya ves que hasta mi querida
te ofrezco cacique fiero,
que es más linda que un lucero
de una mañana encendida.
Por ella expuse mi vida
mil veces con decisión,
por ella está mi facón
de sangre todo empañao,
ya ves si la habré apretao
con fuerza en mi corazón.
Herido a tu toldería
buscando asilo llegué
porque mucho imaginé
que en ella lo encontraría.
Pero pampa, al otro día
del pingo te apoderaste,
de mi estao te aprovechaste
cobarde como un traidor,
y hasta en tu lanza el clamor
de mis heridas buscaste.
Lo que tu orgullo me pida
todo, todo te daré;
más dame mi “pangaré”
que él era toda mi vida.
Dámeló que a la partida
voy mi vida apeligrando
todo te estoy ofertando
en cambio del pingo mío
y vos pampa, crudo y frío
de gozo te estás babiando.
Ya ves que nunca le frente
de gaucho rudo bajé
y que ante tuyo incliné
mi orgullo prudentemente.
Más vos, indio, indiferente
a mi ruego te mostraste,
que me chusiaran mandaste
y todo, te lo aguanté,
pensando en el “pangaré”
que tan fiero me robaste.
Si al inferir este ultraje
de mi estao te aprovechás
cuenta, indio pampa, darás
de tu sobrado coraje.
Voy a matarte, salvaje,
para imponer mi razón
y si a triunfar del malón
llego en esta arremetida
¡tendré el pingo de mi vida
por la ley de mi facón!
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