lunes, 30 de septiembre de 2019

Jineteada


(Foto del Archivo General de la Nación)

Un bagual, que es reservado,
y un domador de los buenos.
Campo abierto… y unos cardos,
mudos testigos del cielo.
El criollo se ha puesto vincha
sujetando el negro pelo
y en su brazo se prolonga
el ancho y rudo talero.

De un salto queda montado
en el potro, que al momento
de afirmarle las espuelas
arranca en el bellaqueo.
Y en el aire las lloronas
-que al bruto le sacan fuego-
parecen chispas salidas
de dos estrellas de fierro.

Baja implacable la lonja
-cuero dando contra el cuero-
floreciendo en el arisco
los corcovos como flecos.
Se vuelve un arco en el aire;
pega tieso contra el suelo…
luego gira en remolinos
y se abalanza de nuevo!...

Después, bañado en espuma,
poco a poco va cediendo
al rigor con que lo abrazan
las dos estrellas de fierro.
El criollo ni se ha movido.
Parece cosido al cuero
del potro que, ya entregado,
toma un trote desparejo.

¡Rigor de espuela y de lonja,
fuerza y baquía en cotejo!...
Campo abierto… y unos cardos
mudos testigos del duelo!

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