Soy el hombre más ganoso
que en el mundo puede haber;
y con ganas me han de ver
haciéndome el ganancioso
y me sé hallar afanoso
con ganas de compadrear,
con ganas de enamorar
la viuda de un hacendado,
sacarle a los rusos fiado
y mudarme sin pagar.
Entre las ganas que tengo,
tengo ganas de llorar,
ganas de querer pelear
y ganas de hacerme el rengo;
con ganas me voy y vengo
corriendo a la disparada;
ganas de hacer una hombrada
aunque me cueste un reproche;
ganas de irme esta noche
con una mujer casada.
Tengo ganas a montones,
ganas de pelear los guapos;
ganas de agarrar mis trapos
y romperlos a tirones;
ganas de comer ratones
y de comer gavilanes;
ganas de agarrar los panes
y tragármelos enteros,
y buscar en los graneros
ganas de los haraganes.
A veces tengo ganitas,
¿ganitas de qué diré?
Ganitas de yo no sé,
pero ganitas chiquitas
de con mujeres bonitas
pasar noches de jaranas
y charlar en las ventanas
con Lucila y con Leonor,
porque este gaucho cantor
novia con las dos hermanas.
Tengo ganas de repente,
ganas de morir de frío;
ganas de tirarme al río,
ganas de ser presidente;
ganas de ser muy valiente,
ganas de a todos matar,
ganas de querer celar
a la pobre prenda mía,
ganas de agarrarle un día
y hacerla contracantar.
Tengo una gana importante,
ganas de hacer morisqueta,
ganas de comer galleta,
ganas de ser atorrante,
ganas de ser vigilante
y ganas de ir a misa,
y ganas de tener risa
y ganas de ir a la escuela
y bailar la tarantela
con una turca en camisa.
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