lunes, 14 de marzo de 2016

Pa' los buitres



Vayan mis versos marcando
por los senderos de gloria
este sentido homenaje
a quien flota en mi memoria,
a ese que en muchos momentos
le puso gusto a la historia
sin pensar en consecuencias,
aquel que en los entreveros
por defender una causa
se jugaba por entero.

¡Qué lejos está aquel tiempo
en que el hombre se pintaba
por su palabra y su orgullo.
¡Cuántas veces sucedió
que la maldita injusticia
lo obligó al hombre al delito!
Lo decía José Hernández
al mostrarnos Martín Fierro,
y al recordar a Moreira
se nos presenta clarito:
¡El hombre no nace malo, eh!,
sino que lo hace la lucha
contra la gran sociedad.

¿Quién me puede comparar
la libertad de un galope
o tomarse de un respiro
la fragancia que en el campo
brota después de la noche,
agarrar una guitarra,
terciarla por las espaldas
y pegar un alarido
para sentir el coraje
del que lucha convencido?

Lo tildaban de salvaje
porque el gaucho procedía
llevado por un instinto;
asimismo pretendieron
los hombres de la colonia
anular esa figura,
pero todo lo contrario:
Sirvió para que esos “brutos
que no entendían de modales”
limpiaran a nuestra tierra
del montón de gavilanes.

Yo te quiero recordar
como ejemplo de conducta,
y si cabe la consulta
al hombre con experiencia,
quisiera que me respondas:
¿Es que no existe ideal?
¿Se olvidó ya la gauchada?
¿Ya no hay nada que se haga
sin decir “pa’ mí cuánto hay”?

Por eso es que siento ganas
de revolver en la historia
y traer a la memoria
la entereza de aquel hombre
que luchaba fervoroso,
pero pensando también
que quizá sus descendientes
se sentirían orgullosos
al heredar esta Patria,
esta tierra de esperanza,
de trabajo, frustraciones,
 pero que se hace querer,
esta tierra que hoy nos grita
como Fierro nos dijera:
“Si peleamos entre hermanos
nos devoran los de ajuera”.



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