miércoles, 14 de diciembre de 2011

Guapeando

(Pintura: Carpani)

No crea, compadre, qu'es llanto
lo que usté ve correr de mis ojos,
sino que la leña está verde
y pal humo, le juro, ¡soy flojo!
No se vaya a pensar que ando triste
por culpa'esa china rastrera
que se jue y ha dejado mi rancho,
¡ya lo ve, compadre, como una tapera!
Pero es claro: hay momentos qu'estraño.
Tanto tiempo he vivido con ella
que áura, al no verla, mi rancho
parece potrero de todas las penas.
Cuantas veces qu'he güelto cansao
de andar galopiando las leguas y leguas,
en lugar de dormir me he quedao
mirando el retrato a la luz de la vela.
Y cuando los gallos, a la madrugada
alegres dispiertan cantando
y el cielo s'enllena de sangre cuajada,
me voy pal palenque, ande tengo el saino,
y en cuanto lo ensillo, m'encamino al pago
ande algunos dicen que se jue mi china;
dispués me arrepiento, me güelvo.
¡No vale la pena buscar a una indina!
Pueda ser que mañana, cansada
de llevar esa vida que lleva,
se le dé por volver a mi rancho
pa pedirme perdón, la hija'e perra.
Y entonces, parao en la puerta
le diré riyendo: "¡Andate y no vuelvas;
qu'el corazón aprende a hacerse duro
y áura tengo en el pecho una piedra!"
... Y tal vez la perdone, compadre.
¡No! No es porque la quiera;
sino pa mostrarle que somos
los hombres más nobles que ellas.
Pero yo no la quiero, compadre.
Si mis ojos de llanto se preñan
es por culpa de este humo tan juerte.
¡Pucha, digo!, ¡ta verde la leña!

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