(Pintura: Carlos Montefusco)
Abuelo pampa que andás
en mi sangre galopando
y en mi pulso vas marcando
de una milonga el compás.
Tu espíritu montaraz,
tu tremenda gallardía
me legó esta rebeldía
que yo vuelco a mi manera
en las canciones sureras
que canto con alegría.
Por tu noble y recia estampa
de rudo y valiente pecho,
fuiste con todo derecho
dueño y señor de la pampa.
Filosa como una guampa
era tu chuza guerrera
y envuelto en la polvareda,
por la vieja rastrillada,
eras una esfinge alada
sobre un potro a la carrera.
El blanco se fue adueñando
de tu hacienda, de tu aguada,
hasta dejarte sin nada,
condenado a andar robando.
De a poco te fue empujando
a los confines del llano
y el, que se decía cristiano,
con vos no tuvo clemencia,
ni supo tomar conciencia
de que eras un ser humano.
Con el gaucho hizo lo mismo,
pa'combatirte lo usaron
y después lo abandonaron
demostrando su cinismo.
Fue tan grande tu egoísmo
de aquellos que gobernaban,
que al soldado alimentaban
con yeguas viejas y flacas,
mientras ellos con las vacas
sus fortunas amasaban.
Lo llevaban a pelear
con el cuento del deber,
a veces por no tener
sus deudas con que pagar
y allá iba el pobre a pasar
penurias y malos tratos,
porque aquellos literatos
tenían por filosofía
que si un gaucho se moria,
había más, y eran baratos.
Por defender a su gente
muchos caciques pactaron
y a los fuertes se arrimaron
para vivir mansamente.
Pero el blanco era exigente,
les dio trato de tirano
y en vez de tender la mano
hacie el hijo de la tierra
lo obligó a llevar la guerra
contra sus propios hermanos.
Y así fueron destruyendo
tu raza, abuelo, tu gente,
hasta matar la simiente
en un crimen cruel, horrendo;
y el gaucho quedó sintiendo
el sacrificio que encierra
haber vivido una guerra
en la que ganó, perdiendo.
Porque el gaucho aún sigue siendo
esclavo en su propia tierra.
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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