viernes, 15 de septiembre de 2017

Soguero


(Dibujo: Eleodoro Marenco)



Un día llegó a mi pueblo
detrás de la polvareda
de un solitario galope
iniciado en su querencia.

De 25 de Mayo
vino tejiendo las leguas
con las manos de su flete
en el telar de la arena.

Hombre de lazo y caballo
se ofreció para la yerra
y una mañana de otoño,
casi perdida en la niebla,
se lució entre los paisanos
con sus piales puerta afuera.

El óvalo de su lazo
con tan genuina destreza
de payanca o sobre el lomo
daba al ternero por tierra.

Después, domó una tropilla
-diez caballos y una yegua-
y la entregó al mayordomo
“blanditos como una seda”.

Así pasaron los años
con sus costumbres añejas.
Siempre mantuvo bien alto
de su campo, la bandera.

Se puso a trenzar silencios
con tientos de su paciencia
y un dramático silbido
reemplazó la fina lezna.

Lo llamaban “el soguero”
cuando daban referencias
porque cubrían su nombre
los prestigios de su menta.

Bajo la sombra de un sauce
les aflojaba las riendas
a vidalitas y estilos
recordando su querencia.
Memorias de tiempo adentro
poncho pampa de tristezas.

Por eso, cuando las tardes
perfumadas de cosechas
y por el viejo camino
pasan reseros y haciendas,
mi pueblo sale a nombrarlo
con voces de antigua arena.
Un patriarca de los criollos,
se llama Domingo Vera.

No hay comentarios: