"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
Voy a pedir un barato
creyendo que soy capaz
de hacer a poncho, nomás,
el decir de mi relato,
es medio potro y lo ato
pa’ darle una palenquiada
enfrente’e la paisanada
y ya con un trecho andau
veré si salgo parau
si pega una costalada.
Formé “tropilla” de sueño
a lo largo de mi vida
y entablé la recorrida
ensillando, “el empeño”.
Nunca de nada fui dueño
pero sí en mi corazón,
ha latido la emoción
de manera muy genuina
porque tuve una “madrina”
que se llamó “la ilusión”.
Su madre fue “la esperanza”
y su padre “el pensamiento”,
le embozalé “el fundamento”
y de cencerro, “confianza”,
el tañido que se afianza
al valorar la querencia
en los campos de “la ausencia”
entre loma’y pajonales
atravesando los males
curtido con “la vivencia”.
Y entablando “el placer”
también entablé “el sufrir”
y en ese ir y venir
fui sumando “el querer”,
que junto con “el deber”
anduvieron el camino,
cerca’e la madrina vino
uno de pelo intrigante,
medio a la par, adelante,
y su nombre fue “el destino”.
Marcó un rumbo “la pobreza”,
pero sin tener un real,
de algún momento especial
guardó la mayor riqueza;
tuve “el logro” con guapeza,
que también supe entablar
y otro, pa’ mal recordar
que se llamó “el fracaso”,
ese que cortó mi lazo
y entraron a disparar.
Ya no estoy entropillando,
es otro tiempo, otra acción,
hoy tengo este redomón
“el relato”, enriendando;
los años fueron pasando
y aquí me tienen plantau,
algo mío he valorau
para seguir en la huella…
Y si no alcanzo una estrella
por lo menos… lo he intentau.
Erase una viejecilla
que en los ojos tenía un mal
y la pobre no cesaba
de llorar.
Una médica le dijo:
- Te pudiera yo curar
si tus hijos me trajesen
una flor del Ilolay.-
Y la pobre viejecilla
no cesaba de llorar,
porque no era nada fácil encontrar
esa flor del ilo-ilo Ilolay.
Mas los hijos que a su madre
la querían a cual más,
resolvieron irse lejos a buscar,
esa flor maravillosa
que a los ciegos vista da.
------------------------------ Bernardo
- Va rajado el cuento, abuelo,
como vos me lo contáis.
¡ No habéis dicho que los hijos
eran tres!
........................................ Don Juan
- Bueno, ¡Ya están!
Y los tres, marchando juntos
caminaron, hasta dar
con tres sendas, y tomaron
una senda cada cual.
El chiquillo que a su madre quería más,
fue derecho por su senda sin parar,
preguntando a los viajeros
por la flor del Ilolay.
Y una noche, fatigado
de viajar y preguntar,
en el hueco de unas peñas
acostóse a descansar.
Y lloraba, y a la pobre
cieguecilla recordaba sin cesar.
Y ocurrió que de esas peñas
en la lóbrega oquedad,
al venir la media noche
sus consejos de familia
celebraba Satanás.
Y la diabla y los diablillos,
en horrible zarabanda
se ponían a bailar.
Carboncillo, de los diablos,
el más diablo para el mal,
¡Carboncillo cayó el último
de gran flor en el ojal!
- ¡Carboncillo!- gritó al verle
furibundo Satanás -,
¡petulante Carboncillo,
quite allá!
¿Cómo viene a mi presencia
con la flor de Dios hechura
que a los ciegos vista da?
Metió el rabo entre las piernas
y poniéndose a temblar,
Carboncillo tiró lejos
el adorno de su ojal.
Y el chiquillo recogióla,
y allá va,
¡corre, corre, que te corre,
que te corre Satanás!
el camino desandando sin parar,
y ganó la encrucijada
con la flor del Ilolay.
Le aguardaban sus hermanos,
y al mirarle regresar,
con la flor que no pudieron
los muy tunos encontrar,
¡le mataron, envidiosos,
le mataron sin piedad!
le enterraron allí cerca
del camino, en un erial,
y se fueron a su madre
con la flor del Ilolay.
Y curó la viejecita
de su mal,
y al pequeño recordando
sin cesar,
preguntaba a sus dos hijos:
-¿Dónde mi hijo, dónde está...?
- No le vimos, contestaban
los perversos, - que quizá
extraviado con sus malas
compañías andará.-
Y los días y los meses
se pasaron, y al hogar,
¡nunca, nunca el pobrecillo
volvió más!
Y una vez un pastorcillo
que pasó por el erial,
una caña de canutos
vio al pasar.
Con la caña hizo una flauta,
y poniéndose a tocar,
escuchaba el pastorcillo
de las notas al compás,
que la caña suspiraba
con lamento sepulcral:
- Pastorcillo, no me toques
ni me dejes de tocar:
¡Mis hermanitos me han muerto por la flor del Ilolay!
(Pintura: "La flauta del pastor" de Sophie Anderson)
Por un tiempo al aclarar
me visitaba un chingolo
y como soy hombre solo,
tuve con quien conversar,
le solía preguntar
de cosa y gente amiga
y él jugando con las migas
que hallaba en mi alpargata,
bailoteando en una pata
para sacarme la intriga.
Si molestaba la llama
o el calor de leña gruesa,
se corría hasta la pieza
para andar sobre la cama;
a veces desde una rama
sin hojas de 'uncalipto'
divisaba lo infinito
más allá del firmamento
pa'ganarle horas al viento
y denunciarlo a los gritos.
Cuando me iba a trabajar
se quedaba de casero
o de no de paseandera
solía al campo a volar,
una mañana al pasar
lo ví así como al descuido,
muy mimoso presumido
coqueteando una chingola
que también andaba sola
con ganas de hacer su nido.
Con el andar de los días
la cosa empezó a cambiar
y a mí me entró a retratar
su manojo de alegría,
con su pareja había
sumido en obligaciones
sustentando las razones
que da el porqué de la vida
como en busca la comida
para criar a los pichones.
Fue un encanto ver crecer
a sus cuatro chingolitos
y la yapa de un negrito
que los tuvo a maltraer,
les pedía de comer
sin denotar suspicacia
y haciendo gala de audacia
cuando estuvo grande y gordo,
les pagó como buen tordo,
se fue sin decirle: gracias.
Hay mucha desemejanza
con el chingolo y 'Mistena'
a mi mujer por ser buena
le dieron un hijo'e crianza,
fue nuestra luz, nuestra esperanza,
mientras estuvo emplumando
pero sin decirnos cuando
como ese tordo alzó el vuelo...
mi mujer ya está en el cielo
y yo en el rancho, esperando.
Deseguro en “trapalanda”
mi gaucho “rosiyo overo”
se haberá güelto matrero
pues la libertá ayí manda.
Naides te’nsiya ni te anda,
solo el viento sabe cómo,
se apila sobre tu lomo
y te sacude las porras
aprontándote a que corras
libre y señor de tu aplomo.
¡Tierra gaucha si la hay:
el cielo de los cabayos!
ande overos, zainos, bayos
retozan libres, velay!
tuitos los pelo’están áhi
en una inmensa manda.
A veces, a las chuequiadas
se acercan gauchos parejos
como a pispiarlos de lejos
pa’ evitar la desbandada.
Ojalá de que haya un cielo
tal cual, pa’l que’s güen paisano
ande se traten de hermanos
hombres gauchos de este suelo,
esos machazos agüelos
que son como libro abierto
y ande se mezcle, por cierto
aquel que joven marchó…
Ese cielo quiero yo
¡si hasta lo sueño dispierto!
“Trapalanda”, cielo puro
ande retoza el cabayo
que me yevó sin desmayo
sobre su lomo, seguro;
en mi compuesto procuro
con el ricuerdo mejor
la milonga superior,
homenaje al pingo mío,
canto crioyo al que confío
sepa yegar cumplidor.
Después de haber castigao
quemando en forma severa
el sol dió la vuelta entera
y allá abajo se ha tumbao.
Sus rayos han aflojao
y ante sus fuerzas escasas
librao de sus amenazas
voy a marchar con la fresca,
pa que así cuando amanezca
me halle cerca de las casas.
Allí cerca, a la madrina
diez rosillos la rodean;
diez pingos que se florean
si les toca una fajina.
Una que otra cina-cina
le hacen marco a la visual,
y el reseco pastizal
al mirarlo así aparenta
una alfombra amarillenta
que nace atrás del corral.
Ya queriendo anochecer
casi estando entre dos luces
desde el puesto "Los Ombuses"
la vuelta voy a emprender.
Salí al tranquito y al ver,
del sol muy escasos brillos,
entre el canto de los grillos
vi echando atrás a mirada,
que seguían a la gatiada
los otros nueve rosillos.
En un silencio absoluto
que ni se siente avanzar,
la noche, al poquito andar
se está vistiendo de luto.
La distancia le discuto
a la güeya con prudencia,
porque yo tengo querencia
y estoy ansiando el regreso
impaciente como el preso
que está esperando sentencia.
El montado, de improviso,
una espantada me intenta
al ver blanquiar la osamenta
de un animal yeguarizo.
Alzo la vista y diviso
todito el cielo estrellao,
y hasta se me ha figurao
viendo allá arriba la cruz
que estoy mirando al trasluz
un poncho todo augeriao.
Corría un vientito de frente
medio fresco y además,
arreaba pa el lao de atrás
la polvadera caliente.
Al tranco y pausadamente,
de mi voluntad muy dueño
sigo el rumbo con empeño
y a los amagos primeros
entre el cencerro y los teros
me van ahuyentando el sueño.
Me doy cuenta al ir marchando
aunque parezca mentira
que una lechuza me mira
y un chajá me está sobrando.
Más allá como añorando,
está un viejazo esquinero
donde hizo nido un hornero
y al verlo tan tieso y mudo
parece un negro desnudo
que está parao sin sombrero.
Paré pa mudar caballo
en la inmensa soledad,
calculando la mitad
si en la distancia no fallo.
Pa que sepan les detallo
todo el cuidado que tomo,
y con precaución y aplomo
al soltarlo a mi rosillo
con el revés del cuchillo
le di vuelta el pelo al lomo.
Ni un alma se me ha cruzao
mientras voy pa mi destino
porque en la noche, el camino
es muy poco transitao.
Pa hacer las penas a un lao
que me atropellan de intento
le doy vuelo al pensamiento
y un estilo en la ocasión
es freno pa el corazón
y manea pa el sentimiento.
Ya en el rancho este paisano
está al cimarrón prendido,
y el día se ha sorprendido
por que le he ganao de mano.
El sol ilumina el llano
y en la campera extensión
cada rancho es un mojón,
monumentos los baguales,
y las güeyas y corrales un altar de tradición.
(Foto de carrera cuadrera del Archivo General de la Nación)
Se proyectó una carrera
para el día de la raza
cuando el dueño de la casa
daba una fiesta campera;
es tiempo de primavera
cuando el amor se perfila
y la laguna tranquila
sirve de espejo a las garzas,
y cuando están las comparsas
en lo mejor de la esquila.
Al caballo del patrón
de la casa en que la fiesta,
resultaba una protesta
a toda desolación,
lo corría un mocetón
todo orgullo de paisano
y se sabía de antemano
que era un listo corredor,
el mejor esquilador
del capataz: don Cipriano.
Cierto señor vanidoso
era el contrario mentado
quien muchas había ganado
en la ley o por tramposo,
quería salir airoso
de nuevo y ser el mejor
y por eso el corredor
contrario se le fue en fija,
era el novio de la hija
y había por medio el amor.
El pago se había citado,
era animada la fiesta,
ejecutaba la orquesta
y ya chirriaba el asado,
el vanidoso a un costado
al mozo trató de ver
y en voz baja y sin temer
le dijo en forma rastrera:
-"Si me ganas la carrera
pierdes de m'hija el querer".
Rugió la fiera bravía
del mozo sin contenerla
y ante el temor de perderla
mil veces más la quería
pero igual con valentía
dijo entonces iracundo:
-"Su proceder es inmundo,
esa propuesta me ofende,
este criollo no se vende
por todo el oro del mundo".
Corrieron...corrieron y el vanidoso
no tuvo más que arrear cola
y como a tiro de bola,
robó la carrera el mozo.
El paisanaje afanoso
aplaudía al ganador
que era como esquilador
tan bueno para correr,
ya no quedaba qué hacer,
había ganado el mejor.
Siempre las buenas acciones
encuentran su recompensa,
despreció el gaucho la ofensa
y ganó los corazones,
hoy lo aclaman las reuniones
y sigue su buena racha
nadie en el pago le tacha
y cruza por donde quiera:
supo ganar la carrera
y el amor de la muchacha.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música..." Jorge Luis Borges
"La pampa, señor, es como la serpiente..., lo magnetiza al hombre, lo encanta y lo adormece, y al fin se lo devora". (G.E. Hudson)
Visite al Gauchoguacho en...
Estancia "La Brava"
Pampa
Madre. Horizonte. Soledad. Llanura franca al sol que sólo sabe de tu curva...Cuna, sepulcro y sustento. Creadora del gaucho afirmativo, del caballo amigo de la distancia, del puma escondido y del chajá ascendente. Pretexto de vagabundas ansias de partir sin meta...¡Tú que das resignación al pequeño, empampado de infinito! Ricardo Güiraldes.
El hombre nacido en la pampa tiene todo el cielo y todas las estrellas que parece que se le vienen encima. Tiene las primeras luces del sol a la mañana y las últimas del anochecer. El horizonte es la primera abstracción para el hombre, ya que es una línea que se ve pero que no existe, porque en la medida que avanza, se aleja más. Nunca va a encontrar el horizonte, sin embargo está ahí. Entonces el canto de ese hombre es reflexivo, intimista, profundo, como asombrado por la grandeza de la inmensidad. (Suma Paz)
"La pampa con su mutismo imponente y su monotonía tan característicos, predisponían poco a la locuacidad. -'El campo es tan lindo, me decía cierta vez un gaucho, que no dan ganas de hablar" Leopoldo Lugones
Paisajes
Pareciera que se agacha la huella del horizonte, y uno se pierde en el monte hasta hallar una lomada. La tierra parece nada y en ella se afirma el hombre.
Presentación
De n'antes
De ranchos y taperas
Pa'la moza
Sucedidos
Oficios
Nuestros paisanos los indios
Cosas del campo
Baguales
Jenofonte dice que al andar a caballo se siente la necesidad de que a uno le crezcan alas... Así el caballo resulta no sólo maestro del músculo sino también del alma... El caballo educa, rige al hombre y le da una filosofía propia. La filosofía de un jinete es distinta a la de un caminador...En el caballo se aprende la vida. Sobre su cabeza nace la lejanía y entre sus cascos se fatiga la tierra. A todo el que va jinete en su caballo su soledad lo acompaña. (Eduardo Jorge Bosco). ..................................................................................
A un domador de caballos
"Cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje. Domar un potro es ordenar la fuerza y el peso y la medida: Es abatir la vertical del fuego y enaltecer la horizontal del agua: poner un freno al aire, dos alas a la tierra..." (Leopoldo Marechal)
Juiiira perro
Bichos de mi tierra
De chacota.
Canto con jundamento
Viva la Patria
Aquí me pongo a cantar
Cruz diablo
"He dicho muchas veces que aquí recibí mis primeras lecciones de abismo y de absoluto.
El cielo me las dió, me las dió la llanura abierta y desmesurada. (Olga Orozco).
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides
siempre he cruzao a los aires
como el pájaro sin nido,
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un "flaire".