lunes, 30 de enero de 2017

El sermón del monte (El Evangelio Criollo)


(Dibujo: Eleodoro Marenco)

Rodiado de un mar de gente,
sobre las piegras y pastos
pusieron ponchos y bastos
pa escuchar con atención,
y haciendo Jesús el gasto
ansí habló de corazón…

“Dichosos todos los pobres
porque ganarán el cielo.
Dichosos en este suelo
los que son mansos ahora.
Dichosos son los que lloran
porque tendrán su consuelo”.

“Dichosos son los que tienen
hambre y sé de la justicia,
porque serán sin noticia
saciados por el Señor.
Dichosos los sin malicia
porque ellos verán su amor”.

“Dichosos son los pacíficos
porque hallarán la concordia.
Dichosos si en las discordias
perdonan de corazón,
porque por esta razón
lograrán misericordia”.

“Dichosos los perseguidos
por causa de la verdá.
Dichosos sin igualdá
los que sufren por mi nombre,
porque entonces daré al hombre
el amor de mi amistá”.

“¡Guay de los muy divertidos!,
porque llorarán de susto.
¡Guay de los hartos de gustos!,
porque tendrán hambre aciaga.
¡Guay de los ricos injustos!,
porque ya cobran su paga”.

Jesús nos dió su proclama
con este grito de guerra;
nos dió la chispa que encierra
todo su amor en sumario,
pa empezar el necesario
incendio sobre la tierra.

El Señor no jué con gueltas
y dijo las cosas claras,
pa que naides se engañara
en este mundo falsario,
que justamente declara
la dicha de lo contrario.

Porque las sendas de Dios
no son las sendas del hombre;
por eso naides se asombre
que hable de forma contraria,
pues solo Dios sabe el nombre
de las cosas necesarias.

domingo, 29 de enero de 2017

El cardo azul (Estilo) / "Flor de cardo"


Entre mil flores silvestres,
en un campo muy gallardo,
se alzaba un virtuoso cardo
con sus penachos de tul
y del rocío las perlas
blanquecinas parecían
y bañadas se veían
las hebras del cardo azul.

Que contraste caprichoso
en ese instante ofrecía,
al ver que el sol deshacía
ese manto virginal;
en finísima llovizna
caían las gotas al suelo
y tan azul como el cielo
el cardo otra vez quedaba.

Pobre flor que el olvido
te dejó tu jardinero
batida por el pampero
pierde fragancia y color,
tu pureza y tu hermosura
para siempre la perdiste
y ya no eres la que fuiste
nada te queda de flor





La letra de esta canción utiliza las dos primeras octavas de un poema titulado "Flor de cardo", publicado en 1899 en la revista El Fogón y firmado por la poetisa Isabel Cecilia Canavery. La tercera estrofa cantada por Gardel en su grabación de 1919 es de autor desconocido, atribuida a Gardel y Razzano. En las grabaciones realizadas por el Zorzal en 1929 y 1930, la tercera estrofa está tomada del estilo "Pobre flor" de autor anónimo que el cantor había registrado, para el sello Columbia, en 1912. Este hecho hizo creer que “Pobre flor” y “El cardo azul” eran una sola obra de Isabel Canaveri de la que Gardel, en cada caso, utilizó distintas partes de la misma.

Lo que más contribuye a mantener esta confusión es el hecho de que ambas letras, tratan un tema, aparentemente, similar utilizando la misma estructura literaria en sus estrofas.

Sin embargo, analizando ambas obras con cierto detenimiento se advierte que los temas desarrollados tienen distintos enfoques: la grabación registrada en el año 1912, según vimos oportunamente, está desarrollada sobre el manejo de un lenguaje muy simbólico en tanto que la redacción de Isabel Canaveri corresponde al lenguaje llano o directo.

Anotamos aquí la versión original y completa del poema de Isabel Canavery enviada por nuestro amigo don Carlos Raúl Risso.

FLOR DE CARDO

Entre mil flores silvestres
en el campo, muy gallardo,
se alzaba un vistoso cardo
con su penacho de tul,
y del rocío las perlas
blanquecinas, lo cubrían,
y nevadas se veían
las hebras de cardo azul.

¡Qué contraste caprichoso
en ese instante ofrecía,
viendo que el sol deshacía
aquel manto virginal;
y en finísima llovizna
caer las gotas al suelo
y tan azul como el cielo
el cardo otra vez quedar!

Acierta á pasar un día
de la planta muy cercana,
incauta niña, y ufana
al cardo se dirigió:
¡Que flor tan linda! se dijo,
que bello color ostenta,
es como el cielo, y contenta
cortarla en vano intentó.

Porque ¡ay! ella no sabía
que el azul vivo y hermoso
de ese cardo era engañoso,
y á asirlo va cón afán;
y estiende su nívea mano
porque ella no se imagina
que las agudas espinas
ocultas tras él están.

Toma la flor y al instante
su blanca mano de nieve
la separó, porque aleve
aguda espina la hirió:
y bañada por el llanto
huyó la niña inocente
con la tristeza en la frente
y herido su corazón.

Como ese cardo engañoso
que con majestad estraña
alza sus flores, que baña
el rocío matinal;
así la triste apariencia
vestida de hermosas galas,
cierne sus siniestras alas
ocultando la maldad.
                           Quilmes, Noviembre 1899

Versos de Isabel C. Canavery

(Textual de Revista “El Fogón” Nº 52 del 30/11/1899

Montevideo, R. O. del Uruguay)


"Pobre Flor" (Estilo)

Pobre flor que en el olvido
me dejó su jardinero.
Vas y va por el pampero
lleno de fragancia y color;
su pureza y tu hermosura
para siempre la perdiste.
Ya no eres lo que fuiste
ya nada te queda de flor.

Ya no viene el picaflor,
como en tus horas de amores,
para mirar los primores
que la natura te dio.
Y la misma mariposa
pronto te acariciaba…
la que tanto te adoraba
para siempre te perdió.

Ya no brillan los encantos,
de tu galana hermosura;
ya no tiene la frescura
que ayer la vida te dio.
El tiempo sin primores
sin sol, solo y sin estrellas
ya no alarga mi existencia
con la sombra se perdió.


("Anónimo" compuesto en 1913; ...letra adjudicada a José Razzano)



sábado, 28 de enero de 2017

La Tropilla (Triunfo)



La tropilla que monto
de "reservados",
son de un pelo y tordillos
como mis años.
Y la yegua madrina
más renegrida,
que las penas que mi alma
lleva escondidas.

Las espuelas que yo uso
pa' mis floreos,
malambeando reluce
mis zapateos.
Sus rodajas ya no hincan
porque yo pienso,
es cobarde el que hiere
los indefensos.

Y los bastos que pongo
de cabecera,
cavilando me tienen
la noche entera.
Hasta que me sorprende
la madrugada,
abrazao de quien llamo
"mi peor es nada".

A mi rancho le falta,
y esto no es broma,
una china que sea
muy querendona.
Porque es triste vivir,
como quien dice,
sin tener una prenda
que lo acaricie.

¡Juepa Toro! (Canción campera)


(Pintura: Montefusco)

Layra ra ray... ra ray ra ra ra … layra ra ray ra layra ray ra

!Juepa! ¡Juepa! ¡Juepa! ¡Juepa! ¡Juepa! ¡Juepa!

No se salga del camino
Que hay sendero hasta llegar
A la estancia del destino
Que hay sendero hasta llegar
A la estancia del destino

Layra ra ray... ra ray ra ra ra... layra ra ray ra layra ray ra...

No se salga de la huella
Que ella no vive por mi
Y yo me muero por ella
Ella no vive por mi
Y yo me muero por ella

Layra ra ray... ra ray ra ra ra... layra ra ray ra layra ray ra…



Milonga de la tierra



Milonga...
Milonga mansa y varona
De sureño porteñismo,
Recia expresión de criollismo
Que una época jalona.
Prima y puntea la bordona
Galopa en el instrumento,
Cobrando bravío acento
La voz dulce, acongojada...
De un patriota que cantaba
Su argentino sentimiento.

Milonga...
Milonga de payadores
Que en rueda de pulperías,
Jugaba en supremacía
En cotejo de mejores.
Ah!, cuántos cuadros de horrores
Motivaron ese asunto,
Hubo vez que el contrapunto
Con su pulla personal...
Rindió tributo fatal
Con la sangre de un difunto.

Milonga...
Milonga que te acunaron
Con soberano derecho,
Los machos de pelo en pecho
Que a la libertad cantaron.
Ellos un rumbo marcaron
De nuestras glorias triunfales,
Hermanada en los ideales
Que juraron nudo eterno...
En un abrazo fraterno
De argentinos y orientales.

Milonga...
Milonga de trasnochadas
De aquel tiempo juvenil,
Tenidas de "Armenonvil"
Con damas, tangos y quebradas.
Canciones y guitarreadas
Entre bardos de cartel,
Cuando cantaba Gardel
Con esa voz tan divina...
Milonga de mi Argentina
Al Buenos Aires aquel...

Milonga...
Milonga...

Codiciando (Estilo)




Dios le conserve a la moza
todo el fuego en la mirada,
la mejilla de alborada
y la figura preciosa.
Es un pimpollo de rosa
esperando la mañana,
p'abrir con la mesma gana
con que yo la besaría,
pero a la manera mía:
con toda mi alma paisana!

No puedo bien compararla
con una paloma; es poco,
ni veo la flor tampoco
que ha de poder igualarla.
Su lindura es pa soñarla
y guardársela en el sueño;
es pa luchar con empeño
hasta peligrando el cuero,
y jugarse tuito entero
por llegar a ser su dueño!...

En ella está retratao
lo lindo del suelo mío,
como las aguas del río
después que se han serenao.
Y también la he comparao
con el cielo en sus enojos.
qu'escurece los rastrojos
con nube bien renegrida,
¡cómo escurece mi vida
cuando ella cierra los ojos!...





Mi China


(Pintura: Molina Campos)



China vos sos la manea
de maniar mi parejero,
sos la yesca y sos yesquero
y de la cincha correa.
Sos arroyo que serpea
por bajo del saucedal,
palenque frente al corral
donde ato mi mancarrón,
sos rebenque y sos cinchón
y vaina de mi puñal.

Sos la olla mazamorrera
de mi tía Nicolaza,
cacerola de freír masas
de Juana la cocinera.
Sos la caña perdicera
de cazar las martinetas,
sos toldo de mi carreta
adonde duermo la "mona",
sos de mi recao, carona,
y mi petiso maceta.

Vos sos la funda bordada
en que guardo mi vigüela,
la frasquera en que mi agüela
tiene una Virgen guardada.
Sos berro que en la cañada
nace y crece sin cultivo,
horcón fabricao de olivo
y de la yegüa el cencerro,
la soga de atar el perro
y el cuarto ande duerme el chivo.

Sos la jaula de la urraca
que truje del Paraguay,
el rico pan de patay
pa’ comer con leche flaca.
Sos la cuerda de la hamaca
ande se cuelga Leonor,
patacón del tirador
de tu gaucho enamorao
que quiere estar a tu lao
pa’ difrutar de tu amor.
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Tomado del libro "Fogón de las Tradiciones", (verso enviado por Vicente A. Roldán)

Tus besos y mi cigarro (Milonga)


(Dibujo: Eleodoro Marenco)

Dos gustos llevo en la boca
que nunca pude apartarlos
y que a lo largo del tiempo,
siguen viviendo a mi lado.

Uno,carmín y promesa,
sueño de amor y mal pago;
otro,que se hace cenizas,
poco a poco,entre mis labios.

Besos,que fueron un día,
recuerdo que se hace malo;
brasa viva de una boca,
que el corazón me ha quemado.

Humito de mi esperanza,
vos nunca me has traicionado.
bien haiga tabaco negro,
siempre me está acompañando.

Por ahi dicen que hace mal
el vicio de andar pitando
y que la vida me acorta
por culpa de este cigarro.

Yo pienso que es mucho peor,
pa hacerle mal a un cristiano;
haber quemado esperanzas
con el fuego de unos labios.

Sus besos ya no los tengo;
sigo pitando...pitando.


viernes, 27 de enero de 2017

La China Fiera


(Pintura: Molina Campos)




Dicen que mi china es fea
y se parece al carpincho,
que su voz es un relincho
y su boca una tranquera.
Que es una prienda cualquiera
del mesmo valor que el cero,
que tiene el andar zaguero
igual al de mi potranca,
que es vizcáina y medio manca,
¡yo sin embargo la quiero!

Que sus ojos son candiles
ya cuasi cuasi apagaos,
y andan como disertaos
su pareja de cuadriles.
Y que en lo tocante a ardiles
más espuma da el puchero,
que tiene manchao el cuero,
que es guasota y nariguda,
chueca, botija y panzuda,
¡yo sin embargo la quiero!

Que es una vieja chancleta,
haragana y comadrona,
cachacienta y pesadona
lo mesmo que la carreta.
Que es una troya su jeta
y su cabeza un caldero,
que es un loro barranquero,
que es más agria que el vinagre,
que tiene cara de bagre,
¡yo sin embargo la quiero!

Dicen que por lo arrestada
se parece a una culebra
y que de gusto se quiebra
lo mesmo que marejada.
Que es una china emperrada,
que es más chillona que el tero,
que sopla como el Pampero
no bien la rienda le dejo,
que esto y aquello, canejo,
¡yo sin embargo la quiero!



El tilefón



Al fin ¡canejo! de güelta
a mi querencia he yegao
como mancarrón cansao
trayendo pa'l paisanaje,
después de tan rudo viaje,
un grato y gran notición
de una gran inventación
que a mí me dejó asombrao
y que allí en el poblao
le llaman el tilefón.

Y áura priesten atención
que yo les relataré
cómo yegué a conocer
¡a ese aparato endiablao!
Me encontraba yo sentao
en una gran pulpería,
y en eso ¡Virgen María!
un cencerro se sintió
que a mí un sustazo me dió
porque a mi lao lo tenía.

Yo me dije: ¡es Mandinga!,
o bicho de mal agüero!
y a un costao muy ligero
salté empuñando el facón.
En eso vino el patrón
-Encálmese- dijo-, amigo:
no se asuste que esto ha sido
un llamao de tilefón...
-¡Pues al diablo! -dije yo-
naides me encuentra dormido.

Y se arrimó muy tranquilo
a un cajoncito cuadrao
que en una pared enclavao
con dos cencerros chillaba;
a un costao también colgaba
un canuto con una piola,
lo agarró, y diciendo: "¡ola!"
a la oreja lo arrimó,
y a las charlas se trenzó
craigo con otra persona.

Velay con las inventaciones
que hacen estos puebleros;
y pensar que nosotros somos
unos gauchos atrasaos,
pero esto me lo han enseñao
y al primer hijo que tenga,
lo mandaré pa que aprienda
y estudie la inventación,
¡y es seguro que inventor
ha'e salir aunque no quiera!
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Tomado del libro: "Fogón de las tradiciones", (verso enviado por Manuel V. Peltzer)