sábado, 3 de diciembre de 2011

Amadrinao

(Pintura: Alberto Güiraldes)

Yo te digo con razón
porque yo nunca lo niego
que hoy muy mansito me entrego
aunque antes fui cimarrón
voy al trote remolón
detrás tuyo relinchando
mientras vos vas escuchando
indiferente mis quejas
tu voz como un cencerro
me hace parar las orejas.

China me ataste a un palo
con un maniador muy fuerte
y amarrado de esta suerte
no he podido hacerme el malo
si alguna vez me refalo
en cuanto sienta los cueros
como me has hecho mañero
si algún día me retobo
pueda ser que de un corcovo
te desparreme el apero.

Yo te hice un tiro de lazo
te hinqué la espuela enconosa
y como eras recelosa
te crucé con un lazazo
no creyendo en el porrazo
te anduve facilitando
mientras que vos bellaqueando
endurecías la jeta
y aura con tanta gambeta
China, me llevás charquiando.

Pero ahora echaré en olvido
todas las habladurías
y espero ser algún día
tu almirador decidido
como presilla prendido
viviré siempre a tu lao'
por tu amor encandilao'
hasta que llegue a muy viejo
viviendo por allá lejos
para siempre acollaraos.

Lo que el campo me a enseñao

(Pintura: Eleodoro Marenco)
La hoja seca "el duraznillo"
¡ni aunque usté no quiere creer!
es muy tóxica a mi ver
pa'las vacas y novillos,
no es un tema muy sencillo
el "enteque" del ganao
al comer entreverao
con el pasto el animal
puede resultar fatal
ponga atención ¡al bañao!

Estando verde la hoja
métale vacas ¡nomás!
ese bajo es eficaz
pero guarda cuando afloja
con el veneno que arroja
el problema se hace fiero.
Cuantas veces el puestero
al patrón le haya alertao
que maneje con cuidao
el tema de los potreros.

Otras cosas de importancia
son las calcificaciones,
yo vi en muchas ocasiones
las costumbres de la estancia
no se por qué circunstancia
las osamentas han juntao
y en un rincón apilao,
y en cuanto el güeso blanquea,
el vacuno lo desea
y hasta mueren entecao.

Y la mancha en los terneros
también se pueden salvar,
lo primero es vacunar
después cambiar de potrero.
¡Cuidao! Diciembre y Enero
más si el ternero es bien criao
si del rodeo está cortao
y los ve medio chambón,
déle aviso a su patrón
cuanto el primero a cueriao.

Guarda si los ve afiebrao
y con problemas reumático,
el carbunclo sintomático
ya está en su cuerpo instalao;
muchas veces a salvao
la urgente vacunación
cuando es consiente el patrón
y le hizo caso al puestero
cambiándolos de potrero
donde no está la infección.

También hay yuyos rastrero
que perjudica al ganao
¡por decir! "el quiebra arao",
"la cicuta", "el Chamiquero",
"el abrojo grande" es fiero,
lo mismo que'l "romerillo",
yugo "víbora", el "sunchillo",
cuidao con la hacienda ambriada,
sálvense de una cueriada
y el "chairar" de los cuchillo.

"El sorgo alepo", "el llantén",
"la yerba el Sapo", "el maicillo",
"el mío mío", "el espartillo"
con muy tóxicos también.
¡Yo fui puestero y sostén!
de patrones y encargao,
lo que el campo me a enseñao
se lo agradezco al Señor
pa'poder volcar mejor
estos versos mal rimao.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La batea

(Fuente: Colección Witcomb/AGN)
Fue casi una obligación
de estar en todos los ranchos
a lo largo y a lo ancho
si se habla de tradición.
En la mujer ocasión
de arrimarse como sea
de mostrar que no patea
fue mérito en la patrona
y el de no ser remolona
pa'atracarse a la batea.

Ella conoció el secreto
de quien la casa habitaba
y si un pariente llegaba
lo recibió con respeto.
Su servicio fue completo
y larga su trayectoria
soportó penas y gloria
cuando el tapón le sacaron
como un sueño se esfumaron
los secretos de una historia.

Pa'l tiempo de las carneadas
hasta el galpón te arrimaron
carne picada te echaron
y después la choriciada.
Al final de la jornada
regresaste al momento
donde los patos atentos
se arrimaban despacito
a disfrutar el charquito
de agua sucia muy contentos.

Hoy me parece mentira
que se hayan modernisau
y dentro un tacho cuadrau
hay otro redondo y gira.
Mas por el vidrio se mira
como el agua va subiendo
la espumita va creciendo
y con tantos sacudones,
entre vuelta y revolcones
lo sucio, se va saliendo.

Ellas de uñitas pintadas
miran la televisión
aprovechan la ocasión
y de paso, no hacen nada.
Total la suerte está echada,
por vanidosa no peca
sonriendo te hace una mueca
mostrando sus condiciones
y apretando unos botones
lava, escurre, enjuaga y seca.

La batea que hoy evoco
la fue tapando el olvido
el que no la ha conocido
a de pensar que estoy loco.
Cuantas mujeres de a poco
su propia experiencia narran
y en sus dedos como garra
supieron dejar rabón
aquél pedazo'e jabón
del que antes venía en barra.

Pa'l tiempo de los pichones
de pañales la llenaron
a tabla y puño, blanquearon
como en tantas ocasiones.
Pa'no entrar en discusiones
me via'dir al tranco lerdo
temeroso si me pierdo
y al no poder encontrarte,
hoy he querido pintarte
con el pincel del recuerdo.

Lisión gaucha

(Grabado: "Peludeando" de Adolfo Bellocq)

La noche, como de plata,
a peludiar convidaba
y estaba la muchachada
alrededor del fogón;
se hayaba el hijo'el patrón
con sinco o seis compañeros,
unos macucos puebleros
hechos pa'la diversión.

-¿Qué hacemos - priguntaba uno-,
pa'matar un poco el tiempo?
-Salgamos a tomar viento-
le contestó otro estudiante.
Y yo que estab'adelante
con ganas de caminar,
los invité a peludiar
y asetaron al istante.

Preparé un gancho, la pala,
una bolsa y nada más,
yamé al vayo Capatás
y un cachorrito ovejero.
Yo puntié de los primeros
marcándoles el camino
y rumbiamos pa'l molino
a la gritería'e los teros.

Mi crédito, al poco andar,
dentró a olfatiar contra el viento
y sin mayor aspaviento
enderesó a una lomita;
yo lo seguía de serquita
porque lo tengo estudiao,
cuando lo vide apurao
por detrás de una sombrita.

Cuando yegué and'él estaba
ya lo tenía pans'arriba;
lo eché a la bolsa en seguida
como si nada pasara.
No había visto la mosada
dejuro lo que ocurrió,
y risién al yegar yo
conosieron la jugada.

A priguntas me acosaban
por informarse cómo hise
y entonces jué que les dije
qu'el perro lo había hecho todo.
Eyos, con muy lindo modo
me pidieron, que otra güelta,
les diera la vos de alerta
pa'salir, codo con codo.

Güelve a enderesar el perro
olfatiando, al galopito
y ahí nomás les pegu'el grito
pa'que tuitos me siguieran:
salimos la polvadera
pero cuando yo yegaba,
el peludo se ganaba,
justito a una viscachera.

Metí el gaucho hast'ande pude
y cavando lo encontré;
de la pansa lo enganché
pa'que el loco no siguiera:
"ganenlé la delantera",
-les dije-, tomen la pala",
y uno de eyos, como bala
me ayudó a sacarlo ajuera.

Dispués de una operasión,
ya se craiban entendidos,
cuando el cachorro, afligido,
dentró en un bajo, a ladrar.
Eyos querían agarrar
uno pa'muestra, siquiera,
y como en una carrera
dentraron a disparar.

Todos corrían parejito,
ansí, que juntos yegaron
y amontonaos se samparon
al medio de un pajonal.
-¡Mirá! Ahí está el animal-
gritó desesperao, uno,
y se jueron al humo
como chanchos, al maizal.

Recostao contra unas matas,
firme, como el más valiente,
los esperaba de frente
el bichito que avistaron.
Los mosos se abalansaron
ayudaos por el cachorro
y ahi jué ande les mandó un chorro
que casi todos ligaron.

Le hisieron otra embestida
con el afán de casarlo
y aquél volvió a perjumarlos
con otro chorro mayor.
-¡Qué peludo'e mal olor!-
gritó uno, con juersa loca,
cuando el sorrino, en la boca
justo, le asertó el jedor.

Qué desbande, se produjo;
unos, a la disparada;
otro hasiendo mil arcadas,
aquél se agarraba el ojo.
El cachorro, medio flojo,
gruñendo se revolcaba
y el sorrino se alejaba
al trote entre los abrojos.

Mientras eso acontesía,
yo, ajeno a lo que pasaba
muy tranquilo peludiaba
seguido po'el capatás.
Al poquito andar, nomás,
se presentó a las risadas
esa alegre muchachada
que a cual es más cachafás.

Estábamos comentando
lo que les había ocurrido,
cuando oyimos los gruñidos
del perro que batayaba.
En dos cuevas separadas
los bichos se habían metido
y el animal, afligido,
por detrás de eyos, cavaba.

El gancho se lo había dao
a uno de la comitiva
pero aquél, en la corrida
entre el pasto lo perdió.
Agarré la pala yo,
y en cuatro paladas solas
le dejé ajuera la cola
y uno d'eyos, se prendió.

Me corrí pa'la otra cueva
que estaba la compañera,
le gané la delantera
y por suerte, al poco andar
la comencé a manotiar,
ya con un pie en el estribo
y le dije: "estás conmigo"
y la loca entró a aflojar.

Al poco rato nomás
jué que le firmé el despacho,
mientras tuavía los muchachos
con el otro trabajaban.
Entre todos se turnaban
pa'no darse por vensidos,
pero el peludo, prendido,
ni un palmo, les aflojaba.

El qu'estaba'e tenedor,
sofocao y traspirando,
me dijo, cuasi gritando:
"Ayúdeme, don Salsedo".
Yo le dije: "aura no puedo",
pero escuche y no se enoje,
si quiere, amigo, que afloje,
tiene que meterle el dedo".

Me miró como estrañao,
pero al ver mi seriedá
con la mejor goluntá
me dijo: "Pa que no insista,
y ansí se aumenta la lista
si es eficas su rimedio",
se escupió el dedo del medio
y... se lo perdió de vista.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Gauchos y Melicos


A mis queridos hermanos.

Después de juntar cansancio
los que nunca guardan nada
entre apartes y rodeos,
llegó el día de cobranza.
Y pa más peor de los males
en sábado justo cáiba.

Cada uno alistó sus pilchas
cobró lo que le adeudaban
y, sin ponerse de acuerdo,
p'al mesmo lao galopaban...
... Como cinchando el camino
p'alejarlo de las casas.

Ansina jué qu'esa noche
la pulpería se hallaba
más tupida que mazorca,
entre gritos y jaranas,
ruidaje del coperío
y rasguidos de guitarras.

-¡Voy diez pesos al que tira!
-¡Va conmigo esa parada!
-¡Que cante otra, el mocito!
-¡Aquí, al rincón, cuatro cañas!
-¡Tenga mano, tallador!
¡Soy sota de salto y carta!

-¡Aquí hay un güetlo olvidao!
¿A quién le sobra la plata?
-Métale caña pa todos;
ya pongo lo que le falta;
y si lo que falta es sed,
yo pongo sed hasta mañana.

La nutrida concurrencia
festejó de güena gana
la salida del metido
con conora carcajada,
que se cortó de repente
como si la degollaran.

-¡Silencio! -gritó una voz
como mandando: ¡A la carga!
La bordona rezongó
por una mano apretada,
mentras la sota de salto
s'escabuyó entre una faja.

La taba se hizo perdiz,
lo mesmo que las paradas;
y era tan grande el silencio
que hasta se óiba cáir l'escarcha.
¡Poruqe'n estas ocasiones
hasta los vasos se ablandan!

¡Soy el Comesario y mano
que se termine la farra!
Yo le viá dar coperío,
pendencias y compadradas;
naipe sinchao con pegote
y andar con tabas cargadas.

Gauchos sucios y rotosos
guapos con la gente blanda,
carneadores en lo ajeno
que no tienen ley ni patria,
ni rispeto para naides
ni amor a las cosas santas.

Nacidos quién sabe dónde;
hijos de un porrón de caña,
en una noche de copas
después de una matreriada,
entre vapores de alcohol
y gente de su calaña.

A ver... ¿ande está ese guapo
que arroya a la melicada?
¡Vaya palpando, sargento!
Y al que me le encuentre un arma
métale, nomás los fierros
y me lo saca a la rastra.

El sargento lo observó
y miró a la melicada,
quedándose sin moverse
como una estaca clavada.
-¡No se me achique, sargento,
qu'es muy fácil l'arreada!

Y se adelantó el primero
hastsa donde estaba Almada;
un gaucho viejo del pago,
güen mozo y de recia estampa.
Muy suave pa conversar
pero de mano pesada.

En cuanto se le acercó
quiso manotearle el arma.
Almada dió un paso atrás
y así lo paró de entrada:
-Téngase quietas las manos
que naide le ha dao confianza.

Y sepa pa'su gobierno
que, toda esta gente honrada
que le ha tolerao insultos,
no gusta ser manoseada;
porque somos, con orgullo,
hijos de una estirpe gaucha.

De esa raza que nació
junto con la historia patria.
Gauchos que, en la Reconquista,
tiñó su sangre las aguas.
¡Rojo mensaje de América
convertido en clarinada!

Gauchos que, frente al Cabildo,
una gloriosa mañana,
en lo más hondo del pecho
sintieron nacer la patria
y se entregaron de lleno
en cuerpo, en vida y en alma.

Gauchos que, allá en San Lorenzo,
junto al Santo de la Espada,
pusieron pecho al peligro
con la histórica batalla,
conquistando el primer lauro
para las patriotas armas.

Los que, junto a San Martín,
por Los Patos y Uspallata
llevaron la libertad
a las naciones hermanas,
haciendo fértil la tierra
regada con sangre gaucha.

Gauchos que, con don Martín
Güemes, en la gaucha Salta,
pararon al opresor
a fuerza de poncho y lanza:
gauchos que todo lo dieron
y nunca pidieron nada.

Gauchos sucios por ajuera
pero muy limpios de alma.
No sólo tenían las pilchas,
también el cuero hecho hilachas
por honrosas cicatrices
con que les premió la Patria.

Gauchos que, en toda la historia,
con sangre escribieron páginas
respetadas por los hombres
que saben de cosas gauchas,
pa'que ahura venga cualquiera
a pretender manosearlas.

Aunque usted, con su uniforme,
a la autoridá proclama,
eso no le da derecho
a insultar a gente honrada,
ni a llevarse por delante
la dignidad de una raza.

Porque estos hijos de naide,
como acusa su ignorancia,
son los hijos del dolor
que sufre la tierra gaucha
por tolerar a mandones
sin sentimientos ni nada.

Porque una cosa es la ley
que a todo el mundo, le alcanza
sin privilegio ninguno,
sincera, justa y humana,
y, otra cosa, la injusticia
en la autoridá amparada.

Esta es gente de trabajo
y naide ha cáido en falta;
y si se juegan un peso
en el naipe o en la taba,
es porque en los grandes clubes
el gaucho no tiene entrada.

Y no compriendo, señor,
por qué, al hombre que trabaja
se le prive divertirse
como le dé gusto y gana,
sin molestar a denguna
y gastándose la plata.

-¡Güeno!¡Basta! ¡Se acabó!
¡Qué tanto gastar palabras!
¡A vos, por más cocorita
te viá sacar a la rastra
pa'terminar de una vez
con tus desplantes y charla!

-¡Mas yo le voy a advertir
que, como me llamo Almada,
qu'esta herramienta e trabajo
también se transforma en arma
cuando és pa'defender
la libertad, que es sagrada!

-¡Y yo te viá demostrar
que no me asustan guapeadas!
Ya mismo, sin dilaciones,
andá entregando el arma,
si no querés que te meta
en el cuerpo cuatro balas.

¡Y gatilló su revólver!
Pero, como luz, Almada
l'esquivó el cuerpo al peligro
y ay se le fué a la carga:
pero lo paró el sargento
esgrimiendo su charrasca.

-¡Quedan los dos detenidos,
y se acabó la payada!
-Soy el Comesario y mando...
-Usté aquí no manda nada!
¡Abuso de autoridá
y atentao a mano armada!

-¡Esa insubordinación
yo no voy a tolerarla!
¡Y ya le ordeno, Sargento...
-Orden que no viá acatarla.
El Comesario Inspector
dirá si yo estuve en falta.

Usté atropelló derechos
con sus insultos, de entrada,
provocando la reacción
de esta noble gente gaucha
y agravó la situación
haciendo uso de armas.

La ropa no privilegia
a quien no es capaz de honrarla,
y no cuentan los galones
cuando se comete falta
provocando las pendencas
quien está para evitarlas.

Cuando cae un capitán
en los campos de batalla,
lo remplaza otro soldao
que se sienta con agallas
y seguro de cumplir
con honor esa patriada.

Usté, señor Comesario,
ha tenido una rodada;
yo tomo el mando e la gente
y le juro por mi raza
que, si no puedo a las buenas,
tendrá que ser a las malas.

Ustedes vayan puertiando.
¡Deme su cuchillo, Almada!
-Aquí lo tiene, Sargento;
y voy de muy buena gana.
¡Hoy tengo fe en la justicia
por usté reprensentada!

Cuando la ley es pareja
naides deja de acatarla
cumpliéndola con respeto;
y con hombres de su laya,
muy pronto se acabaría
con las policías bravas.

Que se creen con derecho
de arroyar a gente honrada
y de mirar con desprecio
a toda la gente gaucha;
que si es noble, en su nobleza
está la juerza e su raza.

A esta raza que nació
junto con la historia Patria,
no ha de ser el atropello
el que pueda dominarla.
¡Raza que ha nacido libre
nunca será encadenada!

viernes, 25 de noviembre de 2011

Romance para la patria de un niño

La vincha roja que el sol
dibujara en la distancia,
se deshacía lentamente,
mientras la luna blanca,
en un acto de piedad,
pintaba el patio de plata.
Algo que fue un arau,
el corral sin una cabra,
el patio medio borrau,
un hacha por ahi tirada,
daban la imagen doliente
de las cosas olvidadas.
Con el mate en una mano,
colgando en la otra, la pava;
un hombre doblau en años,
con un niño conversaba.
Extendiendo sus bracitos,
como ramitas sin savia,
por encima de los montes,
con voz limpia, como su alma,
preguntó el niño al anciano:
-¿Qué hay al otro lao, tata?
-Ahhh...Hombres...Hombres como nosotros...
...Son tus hermanos de raza.
-¿Y por qué no nos visitan?
-Son gente muy ocupada.
-¿O no conocen el rancho?
-Será... Será que no saben nada.
Se habrán borrau los caminos.
En dispués, cuando seas grande,
van a traerte una carta, avisándote
que tienes que ir a servir a la patria.
-¿Y cómo es que se la sirve?
-Peleando si te la atacan
o trabajando también.
- Y a usté, a usté ya lo llamaron...?
-Claro, yo ya cumplí con ella.
-¿Y ella? ¿Ella cumplió con usté?
-¡Pucha!...ya está fría el agua.
-Y... ¿qué es la patria, tata?

La boca vieja del viejo
quedó un segundo apretada.
-Y esto: el rancho, el arau,
las cenizas de tu mama,
tu padre por ahi cosechando,
el corral vacío, el hacha,
los que están al otro lao,
nuestros hermanos de raza.
Y pa' un viejo como yo,
vos, mi nieto...
¡vos, mi nieto, sos mi patria!

Los ojos se le nublaron...
Y una lágrima pesada
buscó la boca del mate,
como pa' entibiar el agua.
Abrazándose al anciano,
creció el niño en la palabra,
cuando dijo: -No llore...
Por favor, no llore, tata.
También para mí, usté
y este rancho son mi patria.
Y si algo quieren quitarme,
y si alguno me la ataca,
por sus lágrimas le juro,
antes que llegue la carta,
yo voy a morir peleando...
¡Yo voy a morir peleando,
por defender a mi patria!

A Nuestra Señora Gaucha del mate

I
Cuentan que el mate inventó
ña taragüisa Irupé,
si caliente o tereré,
no lo puedo saber yo.
Pero afirmo que encontró
en esta yerba bendita
el imán que necesita
la gente de nuestros pagos,
mientras se suman los tragos
todos se sientan cerquita.

II
Aquí me pongo a cantar
mientras la pava rezonga,
esta argentina milonga,
sólo para acompañar
una mateada sin par,
porque hoy ceba la Señora,
milagrosa cebadora
que en cada mate que ofrece
con su mirada parece
más que Reina, servidora.

III
Sabiendo que va a servir
se hace más grande la ronda,
y en una amistad muy honda
todos quieren compartir.
No hay mucho para decir,
importa la compañía
y sentir que cada día
una fraterna mateada,
en torno a la Madre amada
llena de paz y alegría.

IV
Más también se puede dar
que ande el criollo solitario;
como nunca es necesario
que busque abrigo y matear.
Y ahí es bueno recordar
que hay alguien que siempre espera
dispuesta a abrir la tranquera
y a escuchar con atención,
las cuitas del corazón
aún del alma más matrera.


V
Esto que yo voy cantando
es pá todos, pero entiende
sólo el cristiano que aprende
desde que anduvo gateando,
que hay otra Madre mirando
y, aunque ya vive en el cielo
gusta andar por nuestro suelo
en medio de los cristianos
para hacernos más hermanos
sin rencor y sin recelo.

VI
Fue inspiración sin igual
esta idea misionera
porque en palacio o tapera
la Virgen con delantal
llama al santo y al bagual.
Y, esto no es un disparate
que se le ocurrió a un orate
dio el Papa su bendición
a esta nueva advocación
"la Virgen Gaucha del Mate"

VII
Alguien podría argüir
que esta criollita es muy seria.
Yo pienso que es la miseria
que vé, y el tanto sufrir
que le impiden sonreír.
Pero su rostro trasunta
y sencillamente junta
en su gesto humilde y puro
tanta paz y amor maduro,
que es respuesta a la pregunta.

VIII
Vengan todos juntos a mí,
acérquense a mi querencia,
yo comparto la dolencia
del ya grande y el gurí,
criollo, gringo o guaraní.
Si están todos a mi lado
no tiene fuerza el pecado
y renace la confianza,
porque yo soy la esperanza
para este mundo extraviado.
.....................................................................
Oración:(Autora: María Virginia Gette)

María del Buen Mate
Del mate de las frías madrugadas,
del mate de las tardes otoñales,
del mate de las noches de estudiantes,
del mate de la espera…
María del Buen Mate
del mate del amigo y del encuentro
del mate que reemplaza los almuerzos
del mate que calienta los inviernos,
del mate que reúne y que celebra…
María del Buen Mate
del mate oportuno en la visita,
del mate silencioso en los abuelos,
del mate espumoso de la rueda,
del mate que no hace diferencias…
María del Buen Mate
del mate que está siempre dispuesto,
del mate que nunca se resiente,
del mate que se alegra en ser usado,
del mate que se brinda a cada hora…
María del Buen Mate
enséñanos a tomar mate que no sea el mate frío de la rutina, que sea el mate del amor fraterno que nos deje sabor a vida nueva.
Que no sea el mate "que pierde tiempo" cuando hay otro que quiere compartirlo.
Que sea el mate que celebre siempre al amigo oportuno que se acerca, que sea el mate creador de espacios donde el otro encuentre la paz y la confianza
que sea el mate que suavice las heridas y acorte las horas de cansancio y soledades.
Que sea el mate una buena nueva, un canto a la amistad, una moda de amar y dar la vida.
Amén.


(Pintura: Pedro Olmos)

Yo soy Juan Pueblo, Señores

(Foto de colección de ponchos de Familia Avar Saracho)

Yo soy Juan Pueblo: el mesmito
que payó con Santos Vega,
que mateó con Ascasubi
y con Fierro dió la vuelta.
El que se hizo tacuara
cuando la invasión inglesa.
Y ñandubay hecho lanza
desde la mañana aquella
en que don French y Berutti,
bajo un cielo de tormenta,
nos puso cielo en el pecho
con la criolla escarapela.

El que en barranca'el Rosario
juró defender la enseña
que izara Manuel Belgrano
como un sol en nuestra güella.
El mismo que en San Lorenzo
cargó las armas con piedras
y regó con sangre el surco
que germinó en toda América.
El que junto al Capitán
los Andes cruzó de vuelta
con el cuero remendao
pero sana la concencia.

El que vibró con Moreno.
El que recogió su tea,
y puso luz en las almas
perdidas en las tinieblas.
El que allá en el dieciséis,
en la Tucumán eterna
hizo que el mundo escuchara
el grito de: ¡Independencia!
El que al lao de Rivadavia
luchó en las horas más negras
por unir a los hermanos
que ensangrentaban su tierra.

El que sufrió con Alberdi
el exilio y la miseria
por no poder de rodillas
la dignidad ante la fuerza.
El que cantó a Echeverría
y a Sarmiento, sus ausencias.
Oprimido el corazón,
pero con la voz resuelta.

El que hizo fértil los campos
dándole al suelo grandezas,
y puso oro en las almas
de los hombres de esta tierra,
que no venderán por oro
a ninguno sus conciencias:
porque templaron su espíritu
con el himno de Parera.

Yo soy Juan Pueblo, señores.
El que no acepta tutelas,
ni dominios, ni presiones,
ni de adentro ni de afuera;
el que no tiene más norte
que la libertad señera.
Que hace libres a los hombres
que saben luchar por ella.
Debemos gritarlo, todos...
pa'que el mundo lo comprenda.
¡Yo soy Juan Pueblo, señores!
¡Es hora de que lo sepan!

Un poncho para los dos

(Foto: Nora Susana Abrego y Abel Falcon)
-Yo- tengo un poncho "uruguayo"
que me regaló, un amigo...
es de cuello con solapa,
es de lana y pelo fino...
una barrera pa'l viento...
y una muralla, pa'l frío...
y... enamorau y cantor...
siempre ando armando "bullicio",
en mis noches "guitarreras"...
siempre por pagos distintos,
-cantor- de chúcara estampa...
y, pa'l pilchaje, prolijo.
De'hay, que a veces mi presencia,
inquieta al mujererío,
-y ahí estoy como en mi centro-
... algún piropo, deslizo,
que siempre alguna recoje,
como quien lanza un suspiro,
y así en los amaneceres...
el lucero, me hace un guiño,
si me acurruco en la "armada"
de un abrazo femenino...
...-jamaz pensé q'este poncho,
me diera tanto servicio...-
pero... si lo poco agrada...
lo mucho, provoca hastío,
-fueron tantos, los enredos,
en "amoríos" distintos...
que me he llamau a sosiego,
¡porque!, ahora les explico
-hace unos años atrás-
una moza he conocido...
rubia, elegante, atrayente,
de recatados principios,
y, en ese lapso de tiempo,
buena amistad, mantuvimos...
era nuestra relación,
de verdaderos amigos,
-ella no tenía pareja-
-yo pasaba por lo mismo--
... un día, en una fiesta criolla,
que estaba, muy cerca mío...
le dije -voy a besarte-
y en su mirar sorprendido,
note, que estaba esperando,
lo q'este cantor, le dijo,
y ahí nomás, le encajé un beso,
asficiante, dulce, tibio,
-ella- no puso objeciones...
me retiró despacito...
me miró, como en un gesto,
de simulado fastidio,
me acariciaron el rostro,
sus dedos largos y finos,
y, allí me devolvió el beso...
pero este sí fue larguísimo...
y me chamuscó los labios,
con el fuego del instinto...
el romance -que les mento-,
lleva dos años y pico,
y, ahora ella tiene el poncho,
del que les hablé al principio...
que por más que ella lo tenga
me sigue dando servicio,
-porque como toda "yunta"-
en ocasión, discutimos,
ella se va por su rumbo
y yo me largo al camino,
... pero... cerquita nomaz,
con ella, me comunico,
-moza... no me presta el poncho,
mire que estoy aterido...
-venga a buscarlo- me dice...
-total, yo no lo presiso,--
y, allá voy, de orejas gachas...
y, le comento, algo tímido,
-que tiempo loco tenemos--
-está haciendo calorcito...-
mejor, se lo dejo al poncho,
usted, lo luce tan lindo,
y regalos... son regalos...
no se devuelven, y listo
y, ahí es donde me retruca,
-entonces para qué vino-
es mejor que se lo lleve...
-total, tengo otros abrigos,
pase, que así se lo entrego,
está perfumau y limpio
y, a lo mejor, le hace falta
pa'tapar otros idilios-...
-y ahí si- que soy un artista...
porque entonado le digo...
si usted me desprecia el poncho,
-le prendo fuego ahora mismo-
y busco el encendedor...
que tengo en algún bolsillo...
... ella ... me agarra la mano,
diciendo - no sea impulsivo-
y el contacto de su piel,
es como el roce de un lirio...
me miran sus ojos tiernos,
y, yo muy tierno, la miro,
le acaricio las mejillas...
entrelazamos suspiros,
para tapar con ternura
que estuvimos en litigio...
-si se me pierde este poncho,
sobreviviré lo mismo,
pero si pierdo su amor,
me voy a morir de frío...

jueves, 24 de noviembre de 2011

¡Si supiera escribir...!

(Pintura: Rodolfo Ramos)

Si superia escribir, le escribiría;
ya que hablarla, no me atrevo,
... porque me achico al verla y lo juro,
se me añuda la garganta y tiemblo.
Cuantas veces y querido hablarla
dicedido me juí a su encuentro.
Méi pasao las horas contemplándola;
y dispués avergonzao mé i güelto.
Temblando como gurí tomao en falta.
Peliándolo al cobarde que aquí dentro,
me aprieta el corazón y la garganta
y me deja como potro sin resuello.

Dispués; en la noche, cuando el catre
deja de crujir bajo mi cuerpo...
Me salen las palabras más floridas
que pueda trenzar mi pensamiento.
Me paso la noche dando güeltas,
mariao por andar campiando el sueño:
Y sin querer pensar, no hago otra cosa;
Y queriendo olvidarla la recuerdo.
¡Si supiera escribir le escribiría!
¡Sin saber escribir no puedo hacerlo!
¡Si Dios juera tan güeno y me enseñara
a escribir una sola vez! ¡Te quiero!
Con esas dos palabras mi arreglaba
aunque más no sea p'al comienzo,
Qu'en dispués qu'ella sepa mi cariño...
la escretura, la cambéo por mis besos.