miércoles, 1 de mayo de 2019

El portero eléctrico


Una tarde bien vestido
salí a entretener el ojo,
tenía como un antojo
tal vez de puro aburrido.
Iba espiando entretenido
el progreso que se ve
cuando en la entrada oservé'
de un alto departamento
a un hombre que muy atento
hablaba con la paré'.

Pensé, "si no me equivoco,
si mi opinión no está errada
aunque no tiene fachada,
ese hombre debe estar loco".
Y me entré a arrimar de a poco
como chusmeando un chalet
y así fue como escuché
cuando el "bajá", repetía
y allí solo se veía
una puerta y la paré.

Y seguí con atención
espiando sus movimientos
cuando escuché que al momento
recibió contestación;
fue tanta mi admiración
que me quedé confundido,
yo que siempre había sentido
que las paredes oían,
mas resulta que hoy en día
¡hasta hablar han aprendido!

Se abrió una puerta chillona
y allí salió apuradita,
una gorda jovencita,
simpática y retacona
y aunque era desparejona
algo se había emprolijao
con un cinto ancho apretao
pero eso no era un remedio
ya que al apretarse al medio
le rebalzaba el costao.

Al irse ellos me arrimé
y ahi fue cuando vide entonces
aquél colador de bronce
incrustao en la pared;
y aun yo no entiendo porqué
siendo que nada entendía,
porqué diablos aquél día,
viendo aquello imaginé
que había que hablar la paré'
pa'conseguir compañía.

Poniendo duro el pulgar
y sin que nadie me viera,
al botón saltao pa'afuera
lo apreté sin pestañar...
-"¡Hola!", sentí al escuchar,
"Diga de parte de quién",
y siguiéndoles el tren
le dije:-"Soy de Laprida
y quiero una parecida
a la que salió recién".

Se abrió la puerta chillona
y apareció como escudo,
un grandote bigotudo
en vez de una retacona.
Yo me dije "a la madona,
me engañó el botón maldito!"
y alejándome al tranquito...
por curioso pensé entonces,
culpa el colador de bronce
hoy casi pierdo el invicto!



(Foto: Francisco Ayerza)
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Autor: lo estamos averiguando.

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