El sol que se ha despertao
me manda una luz al cruce
al verme arreglarle el tuse
a un flete oscuro tapao.
Es que pa dir al poblao
saldré temprano del puesto,
y como es lindo el pretexto
en semejante ocasión
con mi emprendao pobretón
viá ensillar echando el resto.
En él no hay mucho valor
porque el dueño es un resero,
pero a prolijo y campero
puede arrimarse al mejor.
Cada prenda con mi amor
les voy a dir detallando,
pa que vayan observando
pilcha por pilcha en su aspecto,
o le saquen un defecto
mientras que voy ensillando.
Primero la sudadera
le asiento con gran cuidao
bien justo de cada lao
para que no haga "bandera".
Al ponerse esa bajera
siempre precauciones tomo,
porque el hombre muestra aplomo
y hasta su ciencia resalta
cuando al pingo no le falta
ni un solo pelo del lomo.
Pongo un mandil colorao
y otro azul, de buena lana,
pa' que la gente paisana
no vaya creerme un dejao.
Ser prolijo y delicao
no es nada muy trabajoso,
y suele ser ventajoso
ya que ande llegue a parar
siempre lo han de ponderar
al criollo que es cuidadoso.
La carona nunca olvido
por servicial y crioya
que parejita se apoya
realzando el racao florido.
Todo gaucho presumido
con ella el pilchaje entona,
porque un recao sin carona
es verano sin chicharra,
o parece una guitarra
que le falta la bordona.
Con la mayor sencillez
pero realzando su estampa
le pongo una matra pampa
cuidando cada doblés.
Y así convertido en juez
que no perdona un descuido,
aunque he galopiao tupido
con mi oscuro en ocasiones,
de la cruz y los riñones
nunca lo vi dolorido.
Pongo los bastos, y veo
que cada tapa de plata
es señal que los delata
como prenda de paseo.
Al ponerlos me floreo
y cuando los emparejo
entre el brillo y el reflejo
me hacen ver de tal manera
como si el sol se viniera
a mirarse en un espejo.
De anca 'e potro la encimera
que un viejo me ha trabajao,
de un bagual bayo tiznao
quebrao en la vizcachera.
Es fuertona su asidera
y machazos sus corriones,
pa que aguanten los tirones
porque el criollo siempre adujo
que hasta en las pilchas de lujo
hay que tener precauciones.
Cincha muy bien trabajada
de cuero crudo elegido,
hecha por un entendido
pareja y bien macetiada.
Viene a copar la parada
con apuros de apretar,
pero yo siempre al cinchar
cualquier detalle contemplo,
como siguiendo el ejemplo
del que me enseñó a ensillar.
De cerca, ó de medio lejos,
mirando en forma segura
verán a la misma altura
los dos estribos parejos.
La luna les dio reflejos
una noche al contemplarlos,
y aunque a menudo se usarlos
en fiestas de tradición
de tan guachitos que son
me da pena de pisarlos.
Haciendo grupa al recao
brillosas y tentadoras
le pongo las boleadoras
en su lugar obligao.
Son como un certificao
del tiempo que han recorrido,
y desafiando al olvido
hoy brillan airosamente,
cual si el pasao, al presente,
le echara una falta envido.
Un lazo bien trabajao
mostrando su trenza blanca
le acomodo sobre el anca
prolijamente arrollao.
En su trabajo esmerao,
vistoso y de resistencia
en todo el tiro evidencia
de la presilla a la argolla,
un sello a la mano criolla
de lujo, de arte y de ciencia.
Como adorno superior
después le pongo el pretal
porque pa mi es habitual
salir como un gaucho flor.
Prenda de lujo mayor
siempre mi atención reclama,
y entre el brillo que derrama
de su patrón, con derecho,
justo en el medio del pecho
va luciendo un monograma.
Recortao a la medida
va un cuero negro gauchón,
blandito como un colchón
de lana corta y tupida.
El sobrepuesto enseguida
pongo con cierat cautela,
donde el carpincho revela
su suavidad y sus matices
y un cinfín de cicatrices
que parecen de viruela.
Doy una vuelta al cinchón
y vuelvo a dalre otra más
pa que no digan jamás
que está ensillando un chambón.
Debe empezar de pichón
quien se quiera destacar,
y en el diario trajinar
algo nuevo hay que aprender,
porque dicen que el saber
no ocupa ningún lugar.
El rebenque está conmigo
y si ustedes no lo han visto
está siempre a mano y listo
como si fuera un amigo.
Ha sido y es el testigo
en cada ocasión que ensillo,
y mandón como un caudillo
que de su fuerza alardea
colgado, se balancea,
desde el cabo del cuchillo.
Formando un solo conjunto,
rienda, cabezada y freno,
como en el día del estreno
relumbran de contrapunto.
Mientras enfreno, repunto
la manada de mis versos,
y haciendo algunos esfuerzos
entre chiflido y chiflido
los traigo desde el olvido
aunque se encuentren dispersos.
Bozal bien cáido al hocico
dando al sol sus resplandores,
sumando sus pasadores
como trescientos y pico.
Y así como les explico
al seguir con mi tarea
el cabresto juguetea,
mientras yo en la cogotera
con los botones pa afuera
le prendo bien la manea.
Ponerle un recao a un flete
parece cosa sencilla,
pero no cualquiera ensilla
que ensillar no es un juguete.
Al que no sabe y se mete
ya renegando lo siento,
pues nadie dirá que miento
las molestias que ocasiona
si la mosca está bravona
o si sopla fuerte el viento.
Pa que opine cada cual
a su antojo y sin apuro
dejo ensillao a mi oscuro
rienda arriba en el corral.
Y como a carta cabal
soy criollo de campo afuera,
rogarle a Dios yo quisiera
pa que el recao y mi pingo
no anden en manos de gringo
el día que yo me muera.
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