viernes, 21 de diciembre de 2018

A puro campo

(Foto: Hernán Tolosa: Cardo castilla (Cynara cardunculus) )


Nací en el campo y me crié
igual que el “cardo castilla”,
y los males en tropilla
desde chico soporté,
y sin más motivo qué
mostrarme alegre y contento
le canto a los cuatro vientos
en los fogones rurales
mezclao entre los mensuales
y peones de campamentos.

Aunque de hazañas no hay nada
si voy a contar mi vida
yo contaré las perdidas
que otro cuente las ganadas;
me mido en la atropellada
cuando hay que salvar escollos,
en esta razón de apoyo
y perdón si me equivoco,
prefiero pialar con poco
que errarle con muchos rollos.

Soy, pa’ ser más caballero,
buen perdedor cuando pierdo,
me gusta más si es por lerdo
que por demasiao ligero,
sentador y pescuecero
a las mala’ y sus embates
y aunque disimular trate
los desengaños me han hecho
tremendo cayo en el pecho
como al avestrú’en el mate.

Detesto la fantasía
y por gusto de florearme
no me verán adornarme
con plumas que no son mías,
y no aprendí todavía
a mentir como a porfiar,
soy cuero sin macetear,
me sobó la mala suerte,
rústico pero más fuerte
que bozal de palenquear.

Soy tronco de árbol añoso
sasonao por una serie
de inviernos a la intemperie
y veranos calurosos;
precavido, respetuoso,
modesto, más bien callao,
y si pretende un mal criao
sobrarme con sus diabluras
¡qué no se cargue de achuras
porque el mondongo es pesao!


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